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La crisis del Golfo trastoca los planes de Felipe González sobre los cambios pendientes en el Gobierno

La reanudación de la actividad política tras las vacaciones está marcada por el síndrome de los aplazados cambios en el Gobierno. Las previsiones de Felipe González al respecto se han alterado por las consecuencias de la invasión de Kuwait por Irak, según medios gubernamentales. Narcís Serra y Francisco Fernández Ordóñez, ministros de Defensa y de Exteriores, incluidos hace meses en el posible cambio de carteras, desarrollan un importante papel en la crisis del Golfo. Entre tanto, se mantiene la incógnita sobre la permanencia en el Gobierno de Alfonso Guerra, que ha guardado en agosto un absoluto e inusual silencio.

En las fechas previas al verano, las prioridades de González se concretaban en preparar el 322 Congreso Federal del PSOE -del 9 al 11 de noviembre- y en conseguir un consenso ante el reto de la construcción de la Europa unida del 93. Nueve meses después de las últimas elecciones legislativas, la remodelación del Gobierno seguía planteada como cuestión pendiente en la agenda del presidente. Hoy, según la ministra portavoz, Rosa Conde, es "frívolo" hablar de ello.Agosto comenzó con la polémica desatada por las declaraciones del ministro de Cultura, Jorge Semprún, que agitó el debate precongresual con sus críticas aceradas a Alfonso Guerra. Sumprún coincidía con Carlos Solchaga, titular de Economía -también hoy en situación predominante por los ajustes económicos derivados de la crisis del Golfo-, en censurar el excesivo "monolitismo" de la dirección socialista.

Las palabras de Semprún originaron una larga toma de posiciones de dirigentes socialistas, y la feroz arremetida contra él de los guerrístas, qué le recordaron su estatus de no afiliado al PSOE y su procedencia comunista. Alfonso Guerra ha mantenido un silencio total, en contra de su habitual costumbre de figurar en coloquios, charlas o cursos de verano. Entretanto, el juez Ángel Márquez de Sevilla ha seguido acumulando pruebas sobre los manejos comerciales de los hermanos del vicepresidente.

Además, Alfonso Guerra no ha podido ejercer este verano de presidente en funciones, ya que la crisis del Golfo ha obligado a Felipe González a permanecer la mayor parte del mes en la Moncloa. El vicepresidente ni siquiera estuvo presente en la reunión del pasado día 20 de agosto, en la que definitivamente se decidió enviar tres buques de guerra a la zona del conflicto.

Las tensiones derivadas de la invasión de Kuwait por Irak también han traído consecuencias negativas Para el Ejecutivo. Si bien los partidos de la oposición, salvo Izquierda Unida, han apoyado la decisión de mandar la flotilla, todos han coincidido en criticar al Ejecutivo por la deficiente y tardía información aportada al Parlamento y a la opinión pública. Las críticas forzaron ayer mismo la intervención de Felipe González en TVE y el compromiso de que informará personalmente al Congreso el próximo día 11.

Carta de Leguina

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En este contexto, el fin de las vacaciones abre la discusión política en profundidad en el seno del PSOE. En los próximos días comenzará el proceso de elección de los delegados que protagonizarán el Congreso Federal. El resultado de ese proceso mostrará la correlación de fuerzas en el partido y las perspectivas de algunos dirigentes cuestionados por los guerristas, como es el caso del presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina.

Éste ha enviado a los socialistas madrileños una carta en la que se defiende de quienes quieren sustituirle como secretario general de la federación regional del PSOE con la acusación de que se ha apartado del "proyecto mayoritario del partido". Leguina lo niega y asegura que "la clave del actual problema" es que el PSOE de Madrid "tiene voz propia", frente a la opinión de algunos compañeros que "entienden la lealtad como silencio" o como "decir a todo amén'.

Algunos ministros -Carlos Solchaga, Joaquín Almunia y José Barrionuevo- han anunciado que se presentarán como candidatos a delegados.

El debate precongresual que ahora comienza está condicionado por la previsible redacción de una ponencia política, iniciativa por la que se ha decantado González en contra de la opinión expresada con anterioridad por Alfonso Guerra, que considera suficiente el Programa 2000.

La ejecutiva del PSOE ya ha comenzado a distribuir el informe sobre su gestión (1988-1990) que será debatido en el 32º Congreso. El documento propugna la continuación, e incluso la profundización, de la política de acuerdos iniciada con el CDS, PNV y CiU. En cambio, los comentarios sobre la actuación del PP y de IU son descalificatorios.

Según el informe, la carencia de un proyecto político de futuro, su estancamiento electoral y la falta de liderazgo muestran que el PP no es una opción política capaz de convertirse en alternativa al PSOE. Respecto al PCE, afirman que "el grado de confusión y desorientación" de sus dirigentes le lleva a buscar una solución a sus problemas estratégicos en "una alianza permanente de facto con la derecha más conservadora" para hostigar al PSOE.

La ejecutiva socialista sostiene, en alusión al caso Juan Guerra, que "la campaña de infamias destinada a fragilizar [la posición del PSOE] de cara a las elecciones andaluzas" encontró como respuesta el éxito socialista.

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