En Baños de Ledesma
En este paraje de encinas y monte bajo, donde arranca el campo charro, 23 kilómetros río Tormes abajo desde Salamanca, "dormimos tres generaciones". No habla en balde Ramiro Taboada, director de Baños de Ledesma, a 23 kilómetros de Salamanca, ubicados en la conjunción de dos fallas de terreno por donde manan las aguas termales sulfuradas, bicarbonatadas, clorurado-sódicas, hipertermales, hipnóticas y de débil mineralización, que dieron en la popularidad que canta la copla del doctor Castillo de Lucas: "Son los baños de Ledesma / mu güenos pa los reumáticos, / y pa los gordos' flemáticos / es mu güena la cuaresma". El sol de Castilla no reniega lo que es, y la sombra benéfica tampoco. También aquí se veranea tomando las aguas legendarias.Las tres generaciones dicen presente" a la entrada misma del balneario del que puso la primera piedra Trajano, para que su hijo, el emperador romano Cómmodo, rematara la obra que hoy se dice el balneario más funcional de España y el que más acoge, con 680 plazas. Aquí, en un banco del espacio ajardinado, a la sombra del más bello ciprés del contorno, salta de alegría María Luisa Díaz, porque le da tilín hablar para los papeles, y no menos se emociona Héctor, su hijo de 12 años, que disfruta "más que si fuera a la playa"; la abuela del niño, Paulina Álvarez, habla como quien le recita un verso a la historia: "Ya no me acuerdo de los años que llevo viniendo aquí por la reúma"; José, el esposo de María Luisa, se declara minero asturiano de leyenda: 33 años de vida en las tinieblas y primer grado de silicosis. A los cuatro agüistas de tres generaciones les va fetén, "porque además aquí te tratan de maravilla".
Como el termalismo en España, Baños de Ledesma ha peregrinado por la historia a empellones, haciendo mutis y viviendo peripecias. Fue en 1981 cuando el Montepío de la Minería Asturiana metió 2.000 millones de pesetas en las aguas para que sus mineros gozaran de las mejores instalaciones nacionales. De los 12.000 clientes que una quincena de días al año desfilan por Baños de Ledesma, más de 8.000 son asturianos, mineros mayormente; los demás, particulares, llegan hasta de Bilbao, o de Madrid, o de la cercana Salamanca.
Bronquios y bronquiolos
Vivir 15 días en Baños de Ledesma "es, seguro, la paz, el silencio"; lo dice Ana María, bonita acompañante de una señora nacida en Madrid. Sólo de tanto en tanto la tercera revolución industrial asoma el pico; es la megafonía que anuncia: "La señorita Antonia Fernández, conferencia telefónica, la señorita Antonia Fernández". A las siete de la mañana comienza la jornada en las dos plantas con las instalaciones "más modernas de Europa", resalta el director. Y así se limpian bronquios, bronquiolos y alveolos, y se atacan reúmas. Hasta las once de la mañana es el tiempo de la cura. Los agüistas, por bañeros escoltados, diríanse religiosos en el acto de la comunión.Cumplido el rito-cura matinal, comienza la vida de sociedad. La gente mayor cunde, pero días pasados, se sumaban hasta unos 160 ciudadanos de menos de 18 años, sin contar a Montse, 20 añazos, la niña más alta, más rubia y más mandona del lugar, de Langreo, que va para maestra y que reconoce: "He venido aquí porque no había mejor que hacer"; una cuadrilla de nueve mozalbetes y niñas de 15 o 16 años podían ser sus monaguillos. Javier dice que en su Mieres natal, en todo el año, "no pillo un catarro gracias a que vengo aquí".
Ana lleva seis años acudiendo a la cita de las termas, con sus padres, como los. demás, y dice ásperamente: "Esto le va bien a la gente mayor". Todos piden una discoteca.
La población dominante es madura o mayor. Desde las doce de la mañana, el ocio es la única tarjeta de embarque para cuajar el resto de la jornada. Dice el director que, para él, Baños de Ledesma es como una pensión de antes, cuando la dueña conocía el nombre de todos los clientes y sabía si a uno le dolía el riñón y otro quería un par de huevos fritos con chorizo para desayunar. Algo de eso acontece. Lo dicen ellos. Antes de almorzar, Rogelio Montes, que se tiró 36 años bregando y tragando polvo de silicosis en la mina, hace tertulia con sus amigos y alaba las aguas que me libran de catarros y reúmas durante el invierno". Luis Fernández, 34 años de mina, certifica rotundo: "Eso está claro, cuando llega la hora de venir aquí todos los años me lo pide el cuerpo, o, si usted quiere, el jodido lumbago". José Fernández, como el grupo corroboran: "Nos dan un trato exquisito". Rogelio filosofa: "Yo vengo aquí para alargar la vida". La generosidad del centro dicen que es cabal. Los afiliados asturianos pagan menos que un matrimonio privado, que costea su estancia por 13.000 pesetas diarias con tratamientos, pensión alimenticia y habitación íncluidos.
La bolera es como la plaza de este pueblo de más de.600 habitantes. Ajardinada, sembrada de texos de más de 150 años de existencia algunos. La bolera es el lugar del concejo, pero no para dirimir pleitos, sino para contar historias que se repiten. Un día corrió el bulo de que el balneario iba a ser comprado por los japoneses, y la que se armó. A las 13.30 horas, el altavoz anuncia el primer turno del almuerzo. Hoy se come menestra, pescadilla en salsa y postre, vino de mesa, agua mineral y gaseosa; muy correcto todo, como el servicio.
La televisión ha trastocado la vida del balneario; antes, tras la comida del mediodía, la siesta era el primer regalo de la tarde Hoy, los agüistas salen disparados del comedor para darse un baño más con Cristal y después, sí, la siesta. Y luego las oraciones. El capellán, José Antonio Sánchez, pide que se agrande la capilla, que ya acoge a 300 personas.
Acabados los rezos, los jóvenes aún siguen en la piscina y los mayores cubren metódicamente la vida social del lugar. Copas en la bolera, y juegos: tute, brisca, parchís, bíngo ... Y paseos por las pérgolas. Ésta es también la hora de la peregrinación, con botellas o garrafones, a menos de un kilómetro, a la fuente de La Cagalona; su agua no es termal, pero una pizca de milagro la hace deseada. El médico de guardia esta tarde, Alfonso Carrasco, no admite la milagrería de las aguas: "los resultados objetivos hablan claro y perfilan el gran futuro del termalismo". Recuerda que en Francia se envían a los balnearios anualmente a 50.000 niños, y 80.000 en Alemania Occidental. Y la Seguridad Social ahorra. El médico lamenta la leyenda curanderista que aún fastidia la práctica de las aguas. "El auge actual es moda, y no resultado de análisis científicos".
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