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GUERRA EN EL GOLFO

La guerra de la información

Una nube de periodistas ha invadido el reino hachemí. Dotados de trípodes, cámaras, enormes objetivos o simples cuadernos, han hecho el agosto, y nunca mejor dicho, de los grandes hoteles de Ammán, alguno de los cuáles se permite el lujo de tener lista de espera y elegir a su clientela, preferentemente norteamericana o de los grandes medios de información internacional, convencidos de los pingües beneficios que le aportarán las llamadas internacionales que realicen sus huéspedes y sobre las que se carga la módica comisión del 300%.Los primeros, llegados poco después de estallar el conflicto del Golfo, eran recibidos con entusiasmo por una población ávida de transmitir al mundo su mensaje de apoyo al presidente iraquí, Sadam Husein. Pero con el aumento de la plaga, llegaron las primeras denuncias de que la Prensa occidental no comprende la posturajordana y ha dejado de considerar al Rey como un amigo de Occidente.

En una carta abierta a los representantes de la Prensa occidental, el diario Jordan Times criticaba el sábado la "perpetuación de estereotipos y la utilización de dobles raseros" a la hora de analizar un problema. "Estarnos extremadamente alarmados por cómo se amplía la brecha entre el Este y el Oeste, y más concretamente entre el Norte y el Sur".Taxímetros 'rotos'

Mientras a todos los taxistas se les rompía el taxímetro y los precios aumentaban por horas, los cada vez más numerosos periodistas ponían en dificultades al Gobierno jordano, que nunca había asistido a semejante espectáculo. La conferencia de prensa del ministro iraquí de Exteriores, Tarek Aziz, fue el punto culminante. Decenas de cámaras sobre trípodes montados en sillas formaron una barrera infranqueable que rodeaba la mesa donde debía sentarse el ministro. Los fotógrafos no quisieron ser menos y se colaron en el espacio dejado por la media luna de las televisiones. Durante una hora no hubo manera de formar un pasillo que dejara paso al ministro. Un policía, harto de gritar, intentó golpear a una periodista. Dos fotógrafos captaron la imagen. La directora del hotel en que se celebraba la conferencia, que intentaba convencer a los camarógrafos de que se retiraran un poco hacia atrás, obligó a quienes habían disparado a velar las películas y a entregárselas. Otros cientos de plumillas trataban de imaginarse cómo lograrían colar una pregunta a Aziz, si finalmente se celebraba la conferencia.

Los más nerviosos con el enjambre de avispas incómodas son los policías militares del puerto de Aqaba y del puesto fronterizo de Al Ruwelshed, ya desbordados por los centenares de miles de refugiados llegados de Kuwait e Irak. Las salidas de Ammán han sido limitadas, y los permisos se conceden para un solo día. A pesar de todo, Jordania, uno de los pocos países árabes que disfruta de libertad de prensa, está dispuesta a sufrir el envite informativo y no cerrar sus puertas a los periodistas.

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