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GUERRA EN EL GOLFO

"Siempre tuvimos la seguridad de que, antes o depués, podríamos salir"

GEORGINA HIGUERAS ENVIADA ESPECIAL, "Nos hicimos a la idea de esperar para no desesperar y siempre tuvimos la seguridad de que, antes o después, podríamos salir de Irak", señala Almudena Ruiz, una de las seis mujeres españolas que, junto con dos hombres y tres niños, lograron atravesar el jueves el paso fronterizo de Al Ruweished. Descansadas del fatigoso viaje de 16 horas y de la tensión que provoca la incertidumbre, las españolas paseaban ayer por la capital jornada, Ammán, y miraban hacia Bagdad con la esperanza de poder volver pronto y continuar su vida normal.

"Cuando oímos que Irak había invadido Kuwait no podíamos creérnoslo. Sólo esos primeros días vimos movimiento de tropas en la ciudad. Miles de voluntarios se apuntaron en el Ejército popular, se les veía por las calles con los flamantes Kaláshriikov que les había entregado el Ejército. Después casi todo volvió a la normalidad".Almudena, una madrileña de 27 años, fue la que aconsejó a Rufino Real que pidiera la plaza de Bagdad cuando éste aprobó los exámenes de oficial de comunicaciones. "Las otras dos vacantes eran Teherán y Beirut. Sin duda Bagdad era la mejor". Pasados tres años sigue pensando lo mismo, pero afirma: "Una guerra se aguanta, dos no".

La vida ha sido dura para la joven pareja, que tiene un niño de dos años. "El 27 de julio pasado, cuando terminamos nuestras vacaciones, lo dejamos con sus abuelos; pensábamos irle a recoger en septiembre. Ahora no nos lo llevaremos cuando volvamos, si es que volvernos".

Darse ánimos

Afirman que estos últimos días la comunidad española estaba muy ligada. "Nos reuníamos casi todos los días a cenar o tomar una copa para darnos ánimos los unos a los otros. Nosotros no tuvimos miedo. Los dos tenemos pasaporte diplomático, pero las españolas casadas con iraquíes están muy afectadas. De un lado, sus maridos; de otro, la posibilidad de quedarse atrapadas".

Irak exige a las esposas de sus súbditos que a los tres años adquieran la nacionalidad iraquí o se marchen del país. Nueve españolas están en esas circunstancias. Otras dos sólo llevan más de un año casadas, y siguen siendo extranjeras para el Gobierno iraquí. Los hijos de todas son iraquíes y ni siquiera en tiempos de paz se les ha permitido sacarles ,del país.

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"Quiero ir a España a ver a mi abuelo y volverme. A mí me gusta mucho Irak y el presidente Sadam Husein porque quiere a los niños y los niños le quieren a él", señala Leila, de 12 años, hija de la española Pilar Pasalodos y del jordano cristiano Elías Misaq.

Pilar, que trabaja en la Embajada de España en Bagdad desde hace seis años, asegura que se siente muy ligada a ese país, donde fue acogida con simpatía y cariño. "Estábamos en plena guerra con Irán. Muchos productos no se encontraban y durante toda mi primera semana en Bagdad fueron viniendo las vecinas con diferentes platos de comida".

La pareja se conoció y se casó en España, después Elías volvió a Kuwait, donde residía su familia como emigrante. "Creía que mis hijos podrían ir a la escuela pública y llevar una vida normal, pero aquel Gobierno kuwaití -que afortunadamente ahora no existe- exigía 45 años de residencia para que el hijo de un emigrante fuese a la escuela. Por ello, tuvimos que estar separados hasta que viajamos a Bagdad. Allí no existe discriminación ninguna. Los árabes somos todos árabes", señala Elías.

"Mis tres hijos y yo podíamos haber salido de Irak cuando hubiésemos querido, pero nos quedamos a esperar a Pilar, que tiene que darle el pecho a Nadia, no hemos sido rehenes. La pequeña tiene cinco meses y como su hermano Ton¡, de cinco años, vive ajena a los problemas que se desarrollan a su alrededor y sonríe constantemente.

Economía de guerra

Pilar señala que ya está habituada a la economía de guerra y que la escasez -según Almudena, estos días faltaban leche, arroz, pastas, cereales y harinas- no la ha afectado. "En España se compra de kilo en kilo y en Irak de saco en saco. Mi casa se ha quedado llena de víveres para cuando volvamos dentro de unos días". Tiene 31 años y declara -que "sólo una guerra de ciudades" puede hacerle dudar de la vuelta a Bagdad.

Unos con simpatías hacia el régimen de Sadam Husein y otros sin ellas, los españoles que mañana, posiblemente, volarán a Madrid piensan en volver a Irak y les desconcierta saber que todo el país ha estado pendientes de sus peripecias para salir.

Atrás se han quedado las 11 esposas españolas, otros nueve funcionarios, incluido el embajador, Juan López Chicheri; la joven Eiman Bárcenas, de 18 años, que había ido a visitar a su padre, de, nacionalidad iraquí; Agustin Iglesias, que pasaba unos días con un amigo de la Embajada; y tres empresarios: Francisco Llorca, Claudio Aldecoa y Luis Espinosa. Estos tres viajaron desde Bagdad a la frontera hace unos días pero no se les permitió cruzarla.

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