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FERIA DE BILBAO

Un público aplaudidor

El público bilbaíno es muy aplaudidor. El público bilbaíno es el más aplaudidor de todo el territorio nacional. El público bilbaíno a veces no se sabe qué aplaude y son necesarias averiguaciones. "¿Ustedes saben qué está aplaudiendo el público bilbaíno?", pregunta uno a los vecinos de localidad, y los vecinos de localidad, muy amables casi siempre, responden cosas dispares. Frecuentemente no es posible ponerse de acuerdo sobre lo que aplaude el público bilbaíno.En otras ocasiones sí es posible, se sabe, es obvio lo que aplaude el público bilbaíno, pero no resulta fácil de entender. Por ejemplo, ayer, premiaron con una ovación cerrada a Roberto Domínguez por matar de un certero descabello. Bueno, eso mismo -aplaudir a Roberto Domínguez por sus certeros descabellos- es habitual en otras plazas, mas resulta incomprensible que no premiara el público bilbaíno con una ovación cerrada a Emilio Muñoz, que también mató a sus toros de certeros descabellos. Sin embargo a Emilio Muñoz le compensaron con otra ovación cerrada sencillamente porque tomó el olivo. Ocurrió que el cuarto toro le embistió incierto, y Emilio Muñoz, viéndose comprometido, tiró el capote, escapó a correr y saltó precipitadamente la barrera.

Lamamié / Domínguez, Muñoz, Cepeda

Toros de Lamamié de Clairac, bien presentados, flojos, de juego desigual. Roberto Domínguez: estocada corta trasera y rueda insistente de peones; rebasó en un minuto el tiempo reglamentario sin que sonara el aviso (aplausos y saludos); pinchazo, rueda de peones -aviso con retraso- y descabello (ovación y también algunos pitos cuando sale al tercio). Emilio Muñoz: bajonazo escandaloso y descabello (silencio); pinchazo perdiendo la muleta, media, rueda de peones y descabello (silencio). Fernando Cepeda: estocada corta trasera tendida ladeada y rueda de peones (silencio); pinchazo hondo bajo a toro arrancado, rueda insistente de peones, dos descabellos -aviso con dos minutos- de adelanto- y descabello (protestas). Plaza de Vista Alegre, 22 de agosto. Quinta corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

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Perder el sitio

Con semejante predisposición, es lógico que el público bilbaíno se pasara la tarde entera aplaudiendo. Contemplado lo que sucedía en el ruedo con ojo clínico, allí no había absolutamente nada que aplaudir -antes al contrario- lo cual quiere decir que el público bilbaíno no contemplaba con ojo clínico lo que sucedía en el ruedo. Ni le hacía falta, desde luego. Lo que sucedía en el ruedo era de naturaleza tan montaraz, lo que hacían los toreros de tales trazas, que mejor procedía hacerse el sueco y mirar a lo alto del graderío, donde bullían alegres peñas y animosas bandas de música. Había una pancarta enorme, que parecía surrealista. Decía: "Mariflor lo hacía mejor y está en la cárcel". También aquí fue necesario hacer averiguaciones, y bastante laboriosas, no se crea. "Mariflor" -dijeron- le llamaban los estudiantes a un antiguo presidente del coso bilbaíno que, efectivamente, está guardado. Se trata del comisario Amedo. Luego la pancarta iba intencionada contra el presidente actual, si la lógica no engaña. Claro que, en la fiesta de toros, engaña. Por ejemplo, anuncian hermosos toros y están inválidos; la corrida es un fraude y el público se pasa la tarde aplaudiendo. ¿Es esto lógico?. Roberto Domínguez -figura- necesitó medio ruedo para explayar sus faenas, que consistían en dar un pase destemplado y salir corriendo. Emilio Muñoz cuajó una buena tanda de redondos a su primero y luego ya no pudo con el toro pues tenía casta; en el otro estuvo muy pesado y mediocre.

Fernando Cepeda deambuló por allí sin ánimo para aguantar embestidas, ni lidiar. Muy mal debió caer Cepeda al público bilbaíno, cuando acabó pitándole. Lo cual quiere decir que los públicos serán muy aplaudidores, pero no hay que fiarse. La paciencia tiene un límite; incluso en la plaza de Bilbao, aunque parezca mentira.

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