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NOCTURNO MADRILEÑO

Se alquilan caserones en La Hiruela

Luz Sánchez-Mellado

La Hiruela no tiene bares, ni bancos, ni siquiera tienda de ultramarinos, pero en este pueblo de 54 habitantes, justo en la linde norte de las provincias de Madrid y Guadalajara, hay nada menos que siete casas de alquiler para los forasteros que quieran pasar días alejados del tráfico y el asfalto sin cargar con la tienda de campaña ni renunciar a la comodidad de una cama con colchón, cocina con nevera en verano y una chimenea de leña en invierno.Horcajuelo, Montejo, La Puebla -municipios todos con el apellido de la Sierra unido al nombre- y La Prádena del Rincón disponen también de esta peculiar forma de alojamiento que aúna la recuperación de casas abandonadas por el tiempo y el olvido con la creación de una embrionaria estructura hostelera en el corazón de la mal llamada sierra pobre madrileña.

La casa que se levanta sobre lo que quedaba de la antigua fragua de La Hiruela es, por sus características arquitectónicas -dormitorio abuhardillado, poyo de cemento en la puerta y pila de leña en la fachada- la más solicitada por los inquilinos temporales de estas 18 viviendas que fueron rehabilitadas por la Consejería de Política Territorial y que ahora son alquiladas en el Centro de Recursos de Montaña de Montejo de la Sierra, dependiente de la Agencia del Medio Ambiente.

Fin de semana o siete días

Por 9.000 pesetas si se trata de un fin de semana -viernes, sábado y domingo- o 25.000 pesetas si se prefiere permanecer una semana entera, cualquiera puede dormir en una de las casas de estos pueblos serranos con capacidad para cuatro personas y que conservan la misma fachada de piedra y ventanas y balcón de madera que el resto de las construcciones del lugar. Como si de un apartahotel de la costa se tratara, el precio de alquiler de estas viviendas con salón-cocina, dormitorio y cuarto de baño distribuidos en dos alturas incluye el cambio diario de toallas y sábanas que, mediante un convenio con la Comunidad, se encargan de lavar y planchar algunas mujeres de los municipios donde se ubican las viviendas.Matrimonios de jubilados, parejas jóvenes con niños o grupos de amigos son los clientes habituales de este peculiar servicio hotelero en la frontera madrileño-alcarreña. Las reglas de funcionamiento del alquiler estipulan que nadie puede volver a ocupar alguna de las casas en arrendamiento hasta pasado un mes de su última estancia en ellas. Sin embargo, según Cecilia Peinado, encargada de la intendencia de estos apartamentos, como ella los llama, "muchos de los inquilinos están esperando a que pase el mes de rigor y al día siguiente nos llaman para volver a reservar la casa donde estuvieron".

Los inquilinos de las casas se contagian enseguida de la peculiar cadencia horaria de estos pueblos esparcidos en las estribaciones de la sierra norte de Madrid. "Desde el primer día se levantan temprano y se van a las pozas del río Jarama a bañarse o a disfrutar del paisaje, hacen algunas compras en Montejo o en Buitrago de Lozoya, comen y, después de cumplir con una siesta generosa a la hora de los calores de primera hora de la tarde, se vuelven a echar al monte hasta que vuelven a cenar y se suman a la tertulia que se forma a la fresca todas las noches en la plaza del pueblo".

Felipe Serrano, rondando los 70 años, vuelve a su pueblo, La Hiruela, todos los veranos desde su piso en Madrid, y ve con buenos ojos esta pacífica invasión de forasteros en lo que eran las casas de otras familias hiriolanas que decidieron marcharse del lugar en busca de trabajo o "para ver más mundo" y que dejaron sus viviendas al pairo de los vientos, los, calores y los fríos extremos de la sierra.

Gente desconocida

"Algunos aldeanos vieron con desconfianza que vinieran albañiles a reconstruir las casas y que éstas se llenaran de gente desconocida de buenas a primeras, pero ahora están encantados de tener nuevos visitantes para el pueblo e, incluso, se han dado casos de que los inquilinos no supieran encender la chimenea o que una tormenta inutilizara la cocina eléctrica y los habitantes del pueblo se volcaran para arreglar entre todos la avería o el imprevisto", dice Cecilia.Los meses más concurridos para estas casas son los de septiembre y octubre, cuando el Hayedo de Montejo, parque natural situado a ocho kilómetros del pueblo del mismo nombre, alcanza la plenitud de su colorido y belleza, aunque la posibilidad de alquilar las viviendas está abierta todo el año mediante un sencillo trámite de reserva previa en el Centro de Recursos de Montaña de Montejo de la Sierra.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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