La bicicleta no es equipaje
Cualquier persona decidida a utilizar una bicicleta para sus desplazamientos deberá desenvolverse entre un tráfico muchas veces agresivo sin más carrocería que su propio cuerpo. Sin embargo, son riesgos asumibles: después de todo, las carreteras son para los coches. Pero ahora hay más. En un tren de cercanías de Renfe, en el trayecto Gijón-Oviedo, he tenido que apearme dos estaciones después de la salida a requerimientos del interventor por llevar una bicicleta. El reglamento no las considera como equipaje.Desconozco qué argumento hay para ello, pero no comprendo que ocasione trastornos tan serios a los viajeros (en esta ocasión, ni tan siquiera había personas de pie), y si lo hace, los trenes disponen de espacios reservados para mercancías. Por otra parte, no parece que las estaciones sufran auténticas avalanchas de viajeros provistos de estos incómodos artilugios. De hecho, en ciertas líneas de autobuses no ponen inconvenientes para su transporte dentro de unas condiciones razonables e, incluso, en el metro de Barcelona está permitido introducirlas (véase EL PAÍS de 21 de julio de 1990).-
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