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El modelo austro-coreano

POLÍTICA ECONÓMICA EN LA EUROPA DEL ESTEUna vez que hemos dejado atrás la euforia de la revolución política, Europa oriental se enfrenta a la amarga perspectiva del caos económico y social. El balance de cuatro decenios de dictadura comunista en Europa oriental resulta trágico: llevamos de 10 a 15 años de retraso con respecto a Europa occidental y somos tres veces más pobres. Ahora, la cuestión clave es: ¿cómo vamos a conseguir la integración de una Europa que tiene una mitad rica y otra pobre?La cuestión se complica a causa de la nueva división internacional del trabajo que está creándose en la actualidad. En Occidente, las sociedades se están informatizando, mientras que en el hemisferio sur se están construyendo industrias que emplean mayor número de mano de obra, con un elevado consumo de materias primas y energía, o están desplazándose hacia él. En este contexto, ¿cuál debería ser la estrategia de desarrollo de las naciones del este europeo?

Fuerzas del mercado

Debemos comenzar por reconocer que una economía moderna no puede funcionar sin el estímulo de las fuerzas del mercado. En segundo lugar, el pluralismo ya no es una opción, sino que se ha convertido en una necesidad si se quiere garantizar la paz social.

Siguiendo estas premisas, nos quedan tres opciones básicas: una rápida adopción de una economía de mercado, la denominada terapia de choque, o una transición gradual, y controlada en la medida de lo posible, hacia la economía de mercado. Hungría y Polonia han seguido el consejo de economistas del libre mercado como Paul Craig Roberts y sir Allen Waters, asesores, respectivamente, de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

Maurice Allais, ganador del Premio Nobel y conocido por sus extremados puntos de vista pro-mercado, lidera un grupo de asesores en Hungría. El Gobierno polaco contrató a Jeffrey Sachs, profesor de Harvard conocido por su apoyo a la teoría de la terapia de choque radical, como unas rápidas alzas de precios. Colectivamente, abogan en Europa oriental por un tipo de capitalismo que Occidente no se arriesgaría a adoptar.

Tanto Hungría como Polonia han abierto sus puertas de par en par a las empresas occidentales, que, bajo la égida de la privatización, están mostrando su inclinación hacia las fábricas con una gran mano de obra y un elevado consumo de materias primas y de energía. Los inversores están introduciendo las más nuevas tecnologías, conservando una mano de obra de bajo coste y obteniendo de este modo artículos baratos para los mercados occidentales.

Sin embargo, en Hungría, la recesión va por su tercer año, la inflación se ha disparado a cerca de un 30% y el desempleo se encuentra en ascenso, teniendo visos de ir a peor en lugar de hacerlo a mejor. Polonia y Hungría tienen unas enormes deudas externas, lo que las somete a la extenuante carga de cientos de miles de millones de dólares en pagos anuales de los intereses de la deuda, lo cual está consumiendo la mitad de sus exportaciones en divisas fuertes. Y ante esto es preciso preguntarse si no se parece a la enfermedad latinoamericana.

El método Sachs

Resulta instructivo observar que, con anterioridad al proyecto polaco, el profesor Sachs puso a prueba en Bolivia su método de desplazarse de golpe hacia la libre empresa. Si los polacos hubieran verificado su trabajo, hubieran advertido que se habían producido motines en La Paz a causa de los alimentos y que el sueldo mínimo es de 22 dólares mensuales, lo que no supone ni una décima parte de los gastos de alimentación y alquiler del trabajador medio.

Otro gesto amistoso de Occidente se produjo cuando la heredera de la empresa americana Johnson & Johnson, polaca de nacimiento, prometió a Lech Walesa comprar los astilleros Lenin, manteniendo vivo de este modo el lugar de nacimiento de Solidaridad. Su generosidad fue muy ensalzada, fue agasajada en casa de Walesa y aclamada en Gdansk como una salvadora. Pero cuando la heredera manifestó sus condiciones para la inversión, éstas cayeron como una ducha de agua fría: había que despedir a la mitad de los trabajadores, los salarios se tenían que reducir a 40 centavos la hora y debería quedar en suspenso el derecho a la huelga durante cinco años.

Semicolonias

Una vez puesto de manifiesto este amargo -panorama, ¿no podría haber una estrategia de desarrollo diferente que pudieran seguir las naciones del este de Europa para evitar convertirse en semicolonias cada vez más empobrecidas?

Creo que sí la hay. Deberíamos combinar la política económica de Corea del Sur con la política social de Austria.

Consideremos los cuatro tigres de la franja del Pacífico: Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singapur. Han conseguido las mayores tasas de crecimiento durante la revolución tecnológica basándose en el método de desarrollo capitalista. Éste debería ser el método de desarrollo básico para Rumania y el resto de la Europa oriental.

Una característica de la estrategia surcoreana consiste en mostrarse bastante abierta a la inversión y a las joint ventures con Occidente, manteniendo al mismo tiempo un poderoso sector estatal y controlando la dirección del desarrollo. En su primera etapa, las inversiones americanas y, japonesas se centraron en las industrias ligeras (calzado y textiles). En los planes quinquenales de la década de los setenta, el interés se desplazó hacia las altas tecnologías. Esta segunda etapa tiene dos características principales: en primer lugar, la rápida formación de un gran número de ingenieros, especialistas y científicos, y, en segundo lugar, un programa intensivo y bien financiado de investigación tecnológica y científica.

En 1988, el número total de alumnos y de estudiantes de segunda enseñanza en Corea del Sur era ocho veces superior al de 1945, mientras que el número de estudiantes universitarios era 120 veces mayor, alcanzando casi un millón. El Gobierno y la industria privada gastaron en investigación casi 300.000 millones de dólares. Debido a todo esto, Corea del Sur es en la actualidad un protagonista de la competencia internacional en alta, tecnología.

Rumania debería aprender esta lección. Al mismo tiempo que debería privatizar algunas de sus anquilosadas industrias, también debería lanzarse a tumba abierta a la atracción de capitales extranjeros para la formación de una poderosa base de alta tecnología, comenzando con la microelectrónica y los ordenadores. Este tipo de estrategia no es utópico, puesto que ya poseemos un gran número de técnicos, especialistas, y científicos, que podría expandirse con rapidez y actualizarse científicamente.

En cuanto al modelo social, Austria ofrece un modelo de equilibrio, en el que la producción está regulada por el mercado, al mismo tiempo que la distribución de la riqueza nacional está controlada por el Estado. Esto ayuda a reducir algunas de las discrepancias más flagrantes entre ricos y pobres.

Hay dos puntos que merecen tenerse en cuenta en lo relativo a la futura estructura social de los países de la Europa oriental así como de la Unión Soviética. En primer lugar, la revolución científico-tecnológica ha elevado a los intelectuales a una posición estratégica dentro de la sociedad. De hecho, la inteligentsia técnica y creativa compone el único estrato social que puede controlar la revolución producida en el campo de los ordenadores, de las tecnologías de la información y de las comunicaciones.

Revolución informática

En segundo lugar, la economía de mercado generará y exigirá la formación en estas sociedades de una extensa clase media. Ambos realineamientos sociales deben encontrar una expresión adecuada en la estructura de poder de la sociedad. El liderazgo actual ya refleja esto (desde Mijaíl Gorbachov en la Unión Soviética hasta Vaclav Havel en Checoslovaquia, pasando por Tadeus Mazowiecki en Polonia, Lothar de Malziere en la RDA, Ion Ilescu y Petre Roman en Rumania, Joseph Antall en Hungría y Andréi Lukanov en Bulgaria).

Por último, se encuentra en marcha un desplazamiento de la importancia del Estado hacia el ciudadano. Con la revolución informática, es el individuo, con su potencia creativa, su iniciativa y su talento, quien se convierte en e1 motor del progreso. De este modo, la elevación de los intelectuales a una posición dominante, junto con la formación de una clase media, se vincula inextricablemente con la democracia y con una economía de mercado, lo que hace irreversible la totalidad del proceso.

Silviu Brucan, director fundador del periódico del Partido Comunista de Rumania y antiguo embajador en Estados Unidos, fue uno de los líderes originales del Frente de Salvación Nacional. 1990, New Perspectives Quarterly. Distribuido por Los Angeles Times Syndicate.

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