Un legado de 25.000 millones de pesetas en tierras servirá para educar a las mujeres pobres de Estepona
Antonia Guerrero, una anciana acaudalada de Estepona (Málaga), fallecida en 1930, legó 26 hectáreas de suelo de esta ciudad costera para la creación de una fundación para ayuda cultural de mujeres pobres de la localidad. En su testamento señalaba que si sus tres sobrinos, sus únicos herederos, fallecían sin descendencia, como ha ocurrido, su fortuna se dedicaría a estos fines. El legado se incrementó con una herencia de un diputado de casi 2,5 millones de metros cuadrados. Si los terrenos agrícolas fuesen ahora recalificados como urbanizables, la fortuna superaría los 25.000 millones; 2.500 se destinarían a educar a las mujeres.
Los tres hermanos herederos dispusieron hasta la muerte del último de sus miembros, en 1978, de una fortuna de inmenso patrimonio en suelo y que a su muerte donaron a una fundación de la Iglesia católica, informa Antonio Méndez.
Manuel Sánchez Bracho, alcalde de Estepona, señaló ayer que tuvo conocimiento de esta parte del testamento hace un año, a través de la comunicación de un albacea de la Iglesia católica tras fallecer en 1988 el cura párroco de Estepona, Manuel Sánchez Ariza, administrador de la familia Nadal, que se llevó el secreto hasta su tumba.
Más terrenos
María Catalina Nadal Guerrero, la última sobrina de los tres que tuvo Antonia Guerrero, antes de fallecer en 1978 en Ontiniente (Valencia), era propietaria de casi tres millones de metros cuadrados de terrenos en Estepona. Este importante incremento en el patrimonio en terrenos (desde las 26 hectáreas iniciales) fue debido a que la familia Nadal heredó casi 2.500.000 metros cuadrados de un diputado a Cortes del primer tercio de siglo, Cristóbal Navarro; del que no se ha establecido su vinculación familiar.
Estos terrenos del término municipal de Estepona, localidad de 31.000 habitantes, fueron legados, a la muerte de los Guerrero Nadal, a la Iglesia católica, y sólo una parte tendrán que ser gestionados por una fundación presidida por el alcalde centrista, Manuel Sánchez Bracho. Esta entidad deberá proporcionar becas de estudios "para las mozas del pueblo sin posibles"; la última voluntad de Antonia Guerrero se expresaba en estos términos si su estirpe concluía en sus tres sobrinos, a quienes donó sus suertes agrícolas.
La fortuna, si estas propiedades, en su mayoría agrícolas se recalificasen como suelo urbanizable ascenderían a unos 25.000 millones de pesetas, de los cuales 2.500 millones se destinarían a educar a las mujeres sin posibles de la localidad costera.
La fundación que debe de crearse para ayudar a las mujeres de Estepona estará regida, según el testamento, "por el alcalde de la localidad, el juez de primera instancia, la maestra más antigua y una amiga de ésta con las facultades mentales intactas".
Fuentes municipales informaron que el Ayuntamiento "tiene la sartén por el mango" en las negociaciones que desde hace más de un año mantiene con la empresa Consultores y Promotores Europeos, SA, designada por la Iglesia católica para gestionar la rentabilidad de los casi 2.500.000 metros cuadrados. Entre estos terrenos legados por el último de los miembros de la familia Nadal figuran dos fincas de casi 80 hectáreas en las zonas conocidas como Arroyo Vaquero y Guadalobón.
Manuel Sánchez Bracho reconoció que el equipo que redacta el Plan General de Ordenación Urbana de esta ciudad mantiene conversaciones con la empresa promotora, que les ha propuesto la construcción de un complejo turístico, en el que se incluye un campo de golf de 36 hoyos en la finca de Arroyo Vaquero. Para ello, sería necesario recalificar a urbanizable el suelo, contemplado hasta ahora como rústico. Como contrapartida, el Ayuntamiento pidió al rector de la Universidad de Salamanca, Manuel Sánchez, que ubique una extensión universitaria en Estepona.
La fundación para ayudar a las mujeres del pueblo tendrá que determinar, por su parte, qué hace con las 26 hectáreas que les legó Antonia Guerrero para posibilitar que éstas adquiriesen cultura universitaria. Sánchez Bracho afirma que "si la anciana viviera ahora no hubiese testado de aquella forma", porque los tiempos cambiaron bastante desde 1930, especialmente en lo que se refiere a la valoración de los terrenos. Considera que las ayudas de la fundación podrían traducirse en becas para cursar estudios universitarios "sin hacer discriminaciones entre hombres y mujeres".
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