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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Interés táctico

EL ATRACTIVO e intensidad de los debates de investidura, trámite parlamentario ineludible en los sistemas democráticos, depende matemáticamente del número de diputados que apoyen al candidato. En el caso de Andalucía, el discurso de Manuel Chaves, candidato a la presidencia de su Junta, y el posterior debate de su contenido tienen el interés de las representaciones formales, sin que por ello deba despreciarse el valor simbólico del ritual.El candidato comparecía ante la Cámara con la mayoría parlamentaria absoluta que le otorgaron los electores. Con tal seguridad, Chaves explicó ayer su programa de gobierno, concebido desde la elección garantizada de antemano y, por tanto, sin necesidad de explicitar los pormenores de las propuestas, el cómo y cuándo de su aplicación práctica.

El debate, que hoy concluye, tiene un único aliciente desde el punto de vista táctico: saber si el grupo situado a la izquierda del PSOE, Izquierda Unida, aceptará o no la amplia y poco definida propuesta de diálogo y colaboración del candidato socialista. Las elecciones andaluzas del 23 de junio fueron un revulsivo general cuyas consecuencias son aún hoy patentes. Si la defenestración del presidente Rodríguez de la Borbolla nunca fue razonablemente explicada desde el socialismo, los resultados de los comicios han provocado sendas crisis en el Partido Popular y en la coalición IU, de distinta significación, pero de igual importancia. En el seno de IU, el conflicto surgió por la conveniencia o no de una aproximación al PSOE. Ayer fue el propio candidato a la presidencia andaluza quien ofreció el diálogo a la formación de izquierda. Las conclusiones se harán en el futuro inmediato.

Manuel Chaves ha empleado un tono conciliador al ofrecer, desde su trayectoria de sindicalista y de político avezado en las negociaciones laborales, un programa de gobierno a la oposición. Ciertamente, su talante ha sido más abierto que el que emplearon algunos de sus compañeros de partido durante la campaña electoral; es la diferencia entre el antes y el después de la ratificación de la confianza popular.

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Existen en el programa puntos específicos que deberían resultar atractivos para la clase empresarial andaluza: concretamente, la oferta de un gran acuerdo en torno a las medidas necesarias para que la economía siga mejorando. Todo ello con vistas a los retos que presenta el mercado único en 1993. El crecimiento económico de Andalucía es desde hace años superior a la media comunitaria, por más que subsistan desequilibrios considerables, tales como el paro, el escaso peso del sector industrial y la falta de un tejido productivo propio. Es interesante y ciertamente innovadora la inclusión en el programa de desarrollo económico de un compromiso ecológico de "solidaridad con las generaciones futuras": Chaves sabe lo comprometido que resulta hablar de medidas medioambientales cuando se formulan planes para una región en la que se encuentra un parque como el de Doñana, seriamente amenazado y cuyo futuro produce angustia en el mundo entero.

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