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544 exhaustos refugiados albaneses desembarcan en Marsella

ENVIADO ESPECIAL

A los 544 albaneses que desembarcaron en la tarde de ayer en el puerto de Marsella aún les quedó un último resto de fuerzas para gritar a todo pulmón "¡vive la France!" ante el centellar de médicos y socorristas de la Cruz Roja, las decenas de compatriotas exillados en Francia y la tropa de periodistas que les esperaban. Luego se derrumbaron como boxeadores al término de un combate de 15 asaltos. Esos 544 albaneses habían tardado en pisar su tierra prometida 50 horas más que los otros fugitivos del régimen marxista-leninista de Tirana llegados el viernes a la localidad italiana de Brindisi.

El viaje del Oriente Star desde el puerto albanés de Durres hasta el francés de Marsella terminó ayer, a las cinco de la tarde, tras dos días y medio de travesía. El transbordador, alquilado por el Gobierno de París para la evacuación de los albaneses refugiados en la Embajada de Francia en Tirana, hizo todo lo que pudo, pero la mucha edad del buque, las malas condiciones físicas de sus pasajeros y el calor estival del Mediterráneo convirtieron la travesía en todo menos un crucero de placer.

El sábado, a la altura de Calabria, una mujer embarazada no pudo más y el Orient Star, que lucía pabellón de la ONU, tuvo que detenerse para desembarcarla, lo que retrasó en unas horas más su llegada. Sin embargo, para los albaneses que habian escogido Francia como el destino final de su viaje a la libertad, bien estuvo lo que bien acabó. Esos refugiados vivieron su primera borrachera de libertad el mismo viernes, al recibir sus pasaportes y visados antes de embarcar en el Orient Star. El sábado tuvieron a bordo un primer aperitivo de Francia al festejar, más con el espíritu que con champaña, su primer Catorce de Julio.

La aventura

"Estábamos casi seguros de conseguir la salida desde que entramos en la Embajada de Francia", dijo uno de los pocos refugiados que chapurreaban la lengua del país que les ha dado asilo. "Francia es una gran nación democrática que no podía abandonarnos", añadió. Otro explicó: "Salí de Albania porque me gusta la aventura, y en mi país, donde todo está reglamentado por las autoridades, no tenía ninguna posibilidad de vivirla". Los recién llegados recibían grandes abrazos de los exiliados albaneses desplazados a Marsella para acogerles. "Gracias, gracias", les repetía un señor de edad madura. "Gracias porque vuestro gesto nos ha devuelto la esperanza".El retrato robot de los albaneses llegados ayer coincide con el descrito dos días antes en Brindisi. En su mayoría tienen menos de 30 años y están desprovistos de todo, excepto sus sudadas ropas y los flamantes pasaportes con visado francés, que exhibían como billetes de lotería premiados. Algunos niños habían aprovechado la larga travesía para aprender a hacer con sus dedos el signo de la victoria.

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