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Tribuna:ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS ELECTORALES
Tribuna
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Elecciones andaluzas: algo se mueve

No ha sido posible que las terceras elecciones andaluzas se desarrollaran en un clima autonómico. Las primeras, en 1982, a tres meses de las generales, se convirtieron en una especie de elecciones primarias, que desvirtuaron el debate específicamente andaluz. Las segundas, en 1986, coincidieron con las elecciones generales y el debate andaluz resultó inexistente. Cuando llegan las terceras elecciones andaluzas, por fin solas, casi un año después de celebrarse las generales, son conducidas también a un terreno de juego que no es el estrictamente autonómico y que suponen una ocultación de la problemática específicamente andaluza.En efecto, el desembarco de líderes y dirigentes políticos estatales en estas elecciones andaluzas ha sido cuanto menos descarado. El peso de toda la campaña electoral ha caído en quienes fueron cabeza de cartel en las eleccioes generales pasadas. En éstas, Felipe González ha comparecido más que en las que él era candidato y con tal intensidad que sólo es equiparable a la del referéndum de la OTAN. Que no es que hayan acompañado a sus candidatos.; es que les han sustituido, y así ha sido reflejado en los medios de comunicación. Para aquellos ciudadanos que sólo obtienen información a través de la televisión, los candidatos a la presidencia de la Junta de Andalucía, ni los han conocido, excepto a Pedro Pacheco, del Partido Andalucista. Y así quedó reflejado como broche final en el cierre de campaña.

Y es que los partidos políticos de ámbito estatal venían a resolver problemas políticos internos y a utilizar Andalucía como test para España. El Gobierno de Andalucía, verdadero sentido de las elecciones, era secundario y por ello hemos asistido a una devaluación del proceso autonómico andaluz. Felipe González tenía en cuestión la estructura de poder del PSOE que gravita en torno a Alfonso Guerra. Aznar -a sus espaldas el caso Naseiro- necesitaba consolidar su liderazgo en la derecha. La necesidad de Anguita radicaba en vender la viabilidad del proyecto IU-CA a pesar del derrumbe comunista en toda Europa. Suárez quizás abrigara la esperanza de un milagro que sacara a su partido de la fase terminal en la que parece encontrarse.

El resultado de todo ello ha sido la pérdida generalizada de votos de todos los partidos políticos estatales y el incremento desmesurado de la abstención como reflejo del desaliento ciudadano. En unos casos, porque la útil táctica desde el Gobierno de generalizar la imagen de que todos los partidos y todos los políticos son iguales ha dado su fruto; en otros casos, porque no se entendía la batalla que libraban aquí líderes que ahora no se jugaban el gobierno de España. En conjunto, y para todos estos partidos, el descenso ha sido cercano a los 700.000 votos.

Descenso

Lo que ha ocurrido es que este descenso generalizado ha trastocado la estructura porcentual de votos de donde deriva la distribución de escaños. Los mismos descensos o similares en un sistema de partido tan desequilibrado como el andaluz no tienen los mismos efectos. Por ejemplo, el PSOE, a pesar de perder 215.000 votos, sube dos puntos porcentuales y gana dos escaños. Mientras que IU-CA, que pierde 250.000 votos, desciende cinco puntos porcentuales y ocho escaños.

En este contexto generalizado de pérdida de votos, el único partido que ha incrementado sus votos en términos absoutos -100.000- ha sido el Partido Andalucista, que ha ganado también ocho escaños más, y que consolida la senda ascendente que iniciara desde las municipales de 1987.

A estas alturas del desarrollo democrático español, el comportamiento electoral de los ciudadanos ha cristalizado de tal manera que no son previsibles grandes convulsiones, y sí procesos paulatinos de recomposición de fuerzas políticas.

En este sentido, el nacionalismo andaluz emergente va ganando posiciones y ve en ese impresionante segmento de población que se ha abstenido, retirándoles la confianza a los partidos estatales, una fuente futura de nuevos apoyos.

La recomposición de las fuerzas estatales en Andalucía que han asegurado la mayoría absoluta al PSOE, sobre todo como consecuencia del desplome de IU-CA que ha hecho de colchón amortiguador o sostén de esa mayoría absoluta, no debe llevar a nadie al espejismo de creer que en Andalucía nada se mueve.

Salvador Pérez Bueno es secretario general del Partido Andalucista.

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