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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Los fracasados de COU

Es curioso: todo el mundo empieza por tres. He suspendido cinco, sí, son cinco, pero todos comienzan por ese número maldito: tres. "¿Te han quedado tres?", dicen con ojos esperanzadores buscando en los míos un atisbo de afirmación. En vano, la búsqueda es inútil. No hay afirmación; tampoco hay esperanza ni comprensión (ya no doy oportunidad para ella), las ganas de charlar se han ido, sólo cabe una posibilidad que les puede complacer: humor, decir alguna gilipollez que les haga reír.Entonces, aunque no tenga gracia, ellos se ríen y dirigen su mirada a la mía como queriendo descubrir mi broma, aquella verdad que por no ser habitual quieren convertirla en mentira. Pero no lo es. Luego miran hacia el infinito y... ¡a saber lo que pensarán!

Se quedan sin saber si responder y dar ánimos o callar y dejarme estudiando (no acaban de creérselo. Yo tampoco). Se ríen de la primera gracia que se me ocurre e incluso, a veces, la siguen con otra más estúpida aún, si cabe. Cuando la graciosa imaginación se agota vuelven a observarme detenidamente, y es entonces cuando entra el complejo de mártir.

Con el fuerte y seco látigo del estudio me fustigo cada día, cada mañana, cada tarde o incluso cada noche. Pero ahí están esas cinco; cinco insuficientes que ya han marcado mi vida. Da igual lo que ocurra el año que viene; en el fondo siempre habrá un antes y un después de COU.

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Ya estaban tardando demasiado los estudios en darme el duro palo de la humildad, aquel que me hace abrir los ojos y descubrir que en el fondo no sé nada, que llevo más de once años estudiando y que no he aprendido nada.

Me han estado sorbiendo el seso con aquello de que "hay que estudiar para aprender y pensar"; y yo creía realmente que tenían razón. Pero eso no es así. No tengo mérito: el aprobar significa estar más cerca de la capacidad de administrar datos que tiene un ordenador. Así, la humanidad no avanza, las máquinas sí (aunque... ¿qué son ellas sino producto de la misma humanidad? -estoy, parece ser, en un círculo sin fin-). Yo, viendo pasar ambos desarrollos, quizá debería aislarme y pensar: "?"; da igual, el caso es pensar.- Mari Carmen Martín del Burgo Rabadán.

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