Una versión personal de la 'Novena sinfonía'
En plenos y calurosos sanfermines y en un escenario poco habitual, la Orquesta y Coro de Birmingham, bajo la dirección de Simon Rattle, clausuraron el ciclo de grandes orquestas, en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid. Esta sala, un día sede provisional de la RTVE, es cómoda, está bien climatizada y posee una acústica poco idónea para la música, cosa lógica si pensamos que fue proyectada y construida para otros menesteres.La acústica, que aplasta los planos sonoros, que no define y que es corta de reverberación tal y como conviene a la palabra, contribuyó en algo a unos resultados menos interesantes de lo que muchos esperaban. Sólo el coro, la soprano, el tenor y el bajo alcanzaron el alto nivel deseable.
Ciclo orquestas del mundo
Concierto de clausura. Orquesta y Coro de Birmingham. Director: S. Rattle. Solistas: A. Hargarn, soprano; M. King, mezzo; R. Tear, tenor, y W. White, bajo. Palacio de Exposiciones y Congresos. Madrid, 7 de julio.
La formación vocal británica hizo gala de flexibilidad, ligereza y buena afinación aun en los pasajes escritos por Beethoven con cierta crueldad para los cantantes.
La soprano Alison Hargam, el bajo Willard White y el tenor Robert Tear, bien conocido en Madrid, defendieron con toda brillantez sus intervenciones. Mejor aún: con naturalidad ausente de énfasis. Parece más débil la mezzo Mary King, pero, cual sucede siempre, quedó en el segundo plano que le asignó el compositor sin por ello evitarle dificultades.
Rattle, concienzudo
Simon Rattle tiene ahora 35 años, y su carrera supera lo espectacular, pues es concienzuda y segura. Si la política discográfica parece hacer de él un futuro mito, son cosas del mercado cada vez más decisivo en música, para bien o para mal. Sin embargo, el maestro de Liverpool está lejos de perder la cabeza, cualesquiera que sean sus planteamientos interpretativos. Aparecen éstos, sin duda, tocados de personalidad que, por momentos, se resuelve en puntos de vista caprichosos: ciertos retardandos o algunos silencios excesivamente prolongados, por ejemplo. Todo ello dentro de una idea constructiva menos fuerte y unitaria que la creada por los grandes maestros de la tradición, pero más narrativa y dramática.Para Rattle, la Novena sinfonía es más canto que himno, desarrollo lineal que estructura de tipo arquitectónico. Curiosamente, se desdijo de estos criterios en el recitativo instrumental del cuarto movimiento, que sonó un tanto al margen del talante vocal que presenta y del que procede. En el difícil adagio hubo relieves y vanos, tensiones y caídas, mientras el scherzo fue un acierto por la ausencia de retórica y la gracia de cierto sabor popularista.
En cualquier caso, Rattle es un director extraordinariamente atractivo, de técnica clara, ágil y eficaz, de conceptos puramente musicales y nada exhibicionista.
La Orquesta de Birmingham -su orquesta- ha alcanzado notoriedad más importante en las cuerdas que en los vientos (y no lo digo por ciertos fallos pasajeros) y la cohesión de todos los elementos vocales e instrumentales se logró esta vez con bastante perfección, lo que provocó grandes ovaciones.
Babelia
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