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La 'línea maldita' de la EMT pierde la escolta policial

Gabriela Cañas

Un mes ha durado la vigilancia especial de la Policía Municipal en la línea 131 de la Empresa Municipal de Transportes (EMT), que, por peligrosa, es conocida como la línea maldita. Tanto ésta como la 130 han perdido la escolta que el Ayuntamiento les adjudicó al ser sus conductores víctimas permanentes de agresiones y amenazas. Un portavoz de la Policía Municipal confirmó ayer que, dada la reducción de la conflictividad, se han retirado las unidades especiales de Protección Civil.

Ayer mismo circulaba entre los trabajadores de la EMT un panfleto realizado por un empleado llamando la atención sobre la inseguridad en la que trabajan los conductores de las líneas 130 y 131, muy utilizadas por jóvenes que acuden a los poblados de El Rancho del Cordobés y La Celsa, importantes centros de distribución de drogas."No es cierto que la policía haya abandonado la vigilancia de estas líneas", dijo ayer una portavoz de la Policía Municipal. "Al reducirse la conflictividad, lo que se ha hecho ha sido retirar las unidades de Protección Civil que se les habían adjudicado y dejar las unidades de división territorial de esa zona. Eso es todo".

Un portavoz del sindicato UGT confirmó ayer que se ha observado más tranquilidad últimamente en esas líneas. "El problema es que los viajeros peligrosos han dejado de dar problemas porque estaba la policía", añadió. "Seguramente volverán cuando vean que se abandona la vigilancia".

El conductor Leopoldo Herraiz, que trabaja en la 131, asegura que sus condiciones laborales y las de sus compañeros son insostenibles. "Ni la Policía ni la empresa cumplen los compromisos adquiridos. El mes pasado, por dos días consecutivos, se llevaron dos autobuses de la línea a las cocheras de la EMT porque algunos asientos estaban manchados de sangre. Les pasaron un trapo y los pusieron en servicio. Dijeron que desinfectarían los autobuses, pero no lo hacen".

Dos coches patrulla de la Policía Municipal empezaron a vigilar la línea 131, que cubre la ruta Aluche-Villaverde, el 7 de mayo de este año. El clima de inseguridad que se vive en dicha ruta, denunciado por los conductores de autobuses a través de la prensa, motivó la puesta en marcha de este dispositivo policial. Pocos días después se puso de manifiesto que dicha vigilancia era insuficiente, ya que los incidentes continuaron.

La policía reforzó entonces, el 25 de mayo, esta ruta y la 130 (Vicálvaro-Villaverde) con unidades de Protección Civil (ocho agentes y un perro). La ampliación a la línea 130 se hizo porque los toxicómanos, alertados por la presencia policial en la 131, se trasladaron a la 130 para ir a La Celsa, otro centro de venta de drogas.

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La vigilancia especial, según advirtió entonces un portavoz de la Policía Municipal, era una experiencia piloto para hacer un plan concreto que garantizase la seguridad, "incrementando, si fuera necesario, de forma permanente la vigilancia de la zona".

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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