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Italia 90

El mayor espectáculo del fútbol

Nápoles vive dividida entre Maradona y su selección las horas previas al Italia-Argentina

MARUJA TORRES Los napolitanos, que por encima de todo adoran el espectáculo, y que por eso se han entregado a Maradona a lo largo de seis temporadas en las que el argentino ha sido para ellos amuleto y bufón, equilibrista y mago, disfrutaron en vísperas del encuentro Argentina-ltalia del goce incomparable del melodrama. Cierto que había mucho de comedia -¿y cuándo no, aquí?- en el asunto, pero el desgarro de saberse divididos entre lo que un acertado cronista local ha llamado "amor patrio" -por la selección nacional- y "amor profano" -por el Dieguito de sus entrañas- aña día un estremecimiento más a la excitación que el fútbol en sí mismo les proporciona.

En la calle, no había la menor duda. "Aplaudiremos a Maradona, y le seguiremos con nuestro corazón. Es más, no silbaremos a Argentina, como han hecho en toda Italia. Pero nosotros somos italianos y queremos que gane nuestra selección". De nada han servido las demagógicas declaraciones de Diego: "¿Es que ya no somos terroni como los italianos nos llaman?", se preguntaba el ídolo, aludiendo al calificativo despectivo con que en el Norte se designa a los del Sur, y metiéndose él, de paso, en el plural.

"Maradona vive en Vía Manzoni, la zona más rica de Nápoles", dice un joven de Porta Nolana, uno de los barrios más míseros, al que antiguamente llegaba el mar. Aquí se buscan la vida como pueden, y hay prostitutas, chulos, niños mendigos y adultos que comercian con el poco pescado que consiguen en barcas que ni siquiera pueden pagar. Nando, 26 años: "Yo vivo con mi mujer y mis hijos en las afueras, pero vengo aquí todos los días, a sacarme 200.000 liras semanales, y eso me cuesta mucho sudor. No me gusta que Maradona, sudando tan poco, gane tanto dinero. Estoy con él porque es del Nápoles, mi equipo, pero también soy de la nacional". Su compañero, que trabaja en lo mismo que él, añade: "A Maradona le queremos bien. Ustedes le obligaron a irse de Barcelona, pero aquí le querremos hasta que no tenga donde caerse muerto".

En el Quartiere Spagnolo, llamado así en recuerdo de los tiempos de la dominación española, el dueño de un bar y su clientela reciben a esta periodista con la habitual cantinela acerca de las pérdidas que ha supuesto el Mundial por culpa de la ley seca. Pero inmediatamente dice el propietario: "¿Qué demonios hizo España ante Yugoslavia?". Gran tragedia: este señor había apostado un millón de liras a favor de nuestro equipo.

"Maradona ha arruinado el Mundial", rebatía sin embargo un guardia de tráfico. Y el quiosquero: "Schillaci, en cambio, juega mucho y habla poco, como debe ser". Muy cerca, en un restaurante, un cantante callejero, el típico napolitano de película, le dedicaba a Salvatore Schillaci una canción, Anima e cuore. Quizás algo esté cambiando para el Pibe.

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