Tomas Skuhravy, la disciplinada estrella
El máximo goleador del Mundial piensa ya en su futuro italiano
A. M. R. "Por favor, aquí. Y ahora, al muelle. Y ahora, en la escalera". Tomas Skuhravy sólo habla checo, pero desde su 1,92 de altura acepta todas las indicaciones de los fotógrafos con benevolencia. Éstos, que Finalmente han encontrado un futbolista que no pone problemas, abusan de él hasta el infinito. "Ahora, allá". Y Skuhravy va allá y posa disciplinadamente. Es el máximo goleador del Mundial, con cinco tantos en cuatro partidos, y la gran esperanza checoslovaca para el partido de mañana ante Alemania Occidental.
Él, como todos sus compañeros, ha venido al Mundial "para tratar de lograr los mejores resultados posibles, pero también para conseguir un buen contrato en el extranjero". Ya lo ha logrado. Jugará en el Génova, al que dio su palabra casi al inicio del Mundial, aunque después ha recibido numerosas ofertas y mucho más importantes.-Peroyo di mi palabra al Génova, y la cumpliré", dice.
Hablar con Skuhravy es muy difícil, porque los técnicos de la selección que se encargan de las traducciones tienen todavía algunos tics del pasado. Hay preguntas que traducen al jugador, pero hay otras que las contestan ellos mismos, mientras Skuhravy permanece en actitud contemplativa. Naturalmente, los técnicos, veteranos de épocas anteriores, suelen dejar caer alguna que otra frase para que quede clara su lealtad sincera desde hace muchos años a los ideales democráticos".
El Ciclón es el apodo de Skuhravy, un jugador que hasta el Mundial no era una estrella ni siquiera en su país. Nació en Prevov Nadlabem, cerca de Praga, y desde siempre ha pertenecido al Sparta, de la capital, donde debutó en el primer equipo a los 17 años, hace siete. "Jugué mi primer partido internacional contra el Real Madrid", dice Skuhravy, que está casado y es padre de una hija.
De cabeza
Ante Costa Rica, en los octavos de final del campeonato, marcó sus tres goles de cabeza. "Siempre ha sido así. Uno de cada dos goles los consigo de cabeza, aunque en este Mundial han sido cuatro sobre un total de cinco. Es la faceta que cuido más en los entrenamientos", explica. Y, para deleite de los alemanes presentes, añade: "MI ídolo era Hrubesch, un tanque que jugó con la selección germana en el Mundial del año l986". Ha recibido ofertas de España, Portugal y Francia, pero prefiere Italia: "Es un país donde se vive el fútbol intensamente, y, eso me gusta". No será el único. Prácticamente la mitad o los dos tercios de los seleccionados checoslovacos dejarán el país tras el Mundial.
De él dice Venglos, el seleccionador: "Es un jugador que ha llegado a Italia en su momento justo. No podíamos suponer que estallase de la forma en que lo ha hecho. No lo cambiaría por ningún otro delantero de los que están en el Mundial". "Yo tampoco esperaba marcar cinco goles", dice Skuhravy.
El cambio político en Checoslovaquia ha influido en el rendimiento del equipo. Eso lo admiten los técnicos y los propios jugadores. "Ha sido un cambio extraordinario. Tanto por la mejora de las condiciones económicas como por la libertad que hemos tenido en la concentración. También hemos contado con más apoyo de seguidores en las gradas, porque por fin se puede viajar libremente".
Movimientos democráticos
Skuhravy no participó activamente en los primeros movimientos democráticos, aunque sí lo hicieron otros futbolistas, como el capitán, Hasek, que incluso habló ante una concentración de estudiantes. Hasek también pertenece al Sparta de Praga, e influyó en la presencia de todo el equipo en algunos de los momentos clave de la transición política de su país.
A Skuhravy se le ve más distanciado de estos problemas. No ha leído ninguna obra de Havel, el dramaturgo que preside la república en su nueva etapa, pero reconoce que sin el cambio democrático, Checoslovaquia no habría jugado un Mundial tan bueno: "El retorno de Kubik, exiliado en Italia, y de Knoflicek, en Suiza, ha sido clave. Ellos han aportado una experiencia interriacional que nosotros no teníamos".
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