Los jugadores temen que se rompa el grupo
Las consecuencias de la derrota ante Yugoslavia comenzaron a ser analizadas ayer en la concentración española. Mientras Luis Suárez desaparecía de la escena, los jugadores se lamentaban de la tremenda ocasión perdida ante Yugoslavia, a la que se pudo vencer fácilmente, y que ha impedido que España llegue a los cuartos de final. Horas después del partido, varios jugadores estallaron en lágrimas durante la cena, después de una intervención del preparador físico, Manuel Delgado Meco. Los internacionales mostraron su preocupación por la posible ruptura de un grupo que, según ellos, "forma una piña impresionante". Ninguno culpó a Luis Suárez de la derrota, pero reconocieron que el seleccionador había estado mucho más nervioso de lo habitual.
"Me he quedado con las ganas de saber hasta dónde habríamos podido llegar", dijo Manuel Sanchis tras el encuentro. La misma sensación tenían otros compañeros. "Lo peor es la gran ocasión que hemos perdido", apuntó Andrinúa. "Esto es una lotería, y no hemos ganado", dijo Martín Vázquez. El lamento era general. Los españoles estaban convencidos de superar a Yugoslavia y de haber alcanzado, tras un inicio pésimo ante Uruguay, un nivel de juego adecuado para esta competición. "Sólo nos faltó meter un gol antes que ellos", dijo Michel. "En el campo se les veía agotados. Y si hubiéramos marcado, todo habría sido muy distinto".Pero la sensación que comenzaba a apuntarse en todos los jugadores era que se estaba viviendo el final de una época. La selección, en su gran mayoría, está compuesta por hombres que comenzaron a jugar juntos en la categoría sub-21 y que han formado un grupo humano calificado de "sensacional" por todos ellos. Alguno, incluso, llegó a decir: "Ahora habrá purgas. Vaya usted a saber qué pasará en la próxima convocatoria". Butragueño y Luis Suárez, según la impresión general, "son los que han salido más tocados de este Mundial". Los jugadores rechazaron cualquier tipo de intervención en las decisiones de Luis Suárez y, respecto a los cambios realizados en el partido del martes (Jiménez por el lesionado Andrinúa y Rafa Paz por Butragueño), la mayoría consideraba que no habían sido decisivos, aunque mostraron pequeñs discrepancias.
El problema es que dentro de cuatro años, en el Mundial de Estados Unidos, la base actual de España tendrá ya una edad peligrosa: Zubizarreta y Chendo, 33 años; Roberto y Salinas, 32; Michel y Butragueño, 31; Andrinúa, 30; Martín Vázquez y Sanchis, 29. El recambio, por tanto, parece ya cercano, lo que no sucedía en los anteriores fracasos de esta generación. El tiempo se acaba, y los jugadores, conscientes de ello, estaban ayer especialmente afectados por la gran oportunidad perdida.
"A España no se le puede pedir un juego distinto", señalaba uno de los dirigentes que acompañan a la selección. "No tenemos la disciplina de los alemanes. Nuestros futbolistas son más geniales, pero menos organizados". Otro apunte en el que coincidían varios jugadores y dirigentes era en el bajo rendimiento de Butragueño: "Él se jugaba mucho en este Mundial. Ha trabajado más que nunca para el conjunto, pero no le han salido bien las cosas", dijo un dirigente.
Para muchos, la clave de la falta de resultados internacionales de la selección ha estado en la ausencia de un goleador. "Ojalá tuviéramos a Klinsmann o a Hugo Sánchez", señaló uno de los veteranos. "Seguro que no habríamos perdido tantas oportunidades ante Yugoslavia. Eso es lo único que nos falta".
Los jugadores se despidieron ayer del Mundial. Unos, la mayoría, volvieron por la tarde a España en un vuelo alquilado. Otros, como Zubizarreta y Ablanedo, se han quedado en Italia durante unos días. Las vacaciones serán muy cortas para algunos, como los jugadores del Valencia, que sólo disfrutarán de los días, mientras que el resto dispondrá de tres o cuatro semanas de descanso.
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