Seísmo en el segundo pelotón
J. P. Frente a la estabilidad de las dos fuerzas andaluzas principales, que mantienen aproximadamente la misma posición parlamentaria y las distancias entre ambas, la carrera electoral ha provocado un seísmo en el segundo pelotón. La catástrofe de Izquierda Unida (IU) y el incremento del Partido Andalucista han estado a punto de dar un vuelco a la clasificación.
Izquierda Unida ha sufrido una derrota sin paliativos. Ante esta situación, Julio Anguita, líder de la coalición, ha reaccionado igual que Alfonso Guerra en 1979. El número dos del PSOE sugirió entonces que el pueblo español se había equivocado, al no conceder la victoria a los socialistas en las elecciones legislativas de aquel año. Once años más tarde, Anguita ha hecho lo propio respecto del pueblo andaluz y su comportamiento en las autonómicas.
Izquierda Unida ha perdido el 42% de su voto de 1986: exactamente 250.000 de los sufragios que tenía. En Córdoba, la ciudad que Anguita gobernó con mayoría absoluta, IU pierde 19.000 votos sobre las últimas municipales (diez puntos menos).
Esa destrucción de la fuerza electoral de IU es uno de los datos más llamativos de estas elecciones, las primeras que se celebran en España tras el desmoronamiento de los regímenes comunistas en el este de Europa. En rigor, es imposible saber si 250.000 personas han abandonado a Izquierda Unida como consecuencia de ese proceso o de la peor imagen del candidato presentado en esta ocasión, Felipe Alcaraz.
Exactamente lo contrario le ha ocurrido al Partido Andalucista. El avance de la opción encabezada por Pedro Pacheco ha sido significativo en escaños, pero ello está respaldado por la obtención de 100.000 votos más que en las últimas autonómicas (51% más que en 1986), lo cual concede muchas esperanzas al desarrollo de la opción andalucista. Es probable que una parte de esos votos provenga de Izquierda Unida, pero también del CDS, que ha sufrido una sangría de 70.000 votos y se ha situado al borde de la extinción. Pedro Pacheco, no obstante, no es profeta en su tierra: el andalucista perdió nada menos que quince puntos en Jerez, la ciudad que gobierna como alcalde.
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