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Apogeo de un mito

( ... ) En mayo de 1968, ( ... ) De Gaulle, que había salvado el honor de Francia en 1940, salvó el suyo propio al no aferrarse al poder, al respetar escrupulosamente las reglas escritas y no escritas de esa democracia con la que había mantenido a menudo relaciones ambiguas.(...) Todas las formaciones políticas exaltan al héroe, con la sola excepción del Frente Nacional, de Jean-Marle Le Pen, que está claro que no le perdonará jamás a De Gaulle el haber rechazado el orden mediocre y vergonzoso que Pétain proponía para Francia y el haber comprendido, más de 20 años después, que la recaperacion economica, política y diplomática de Francia pasaba, inevitablemente, por la independencia de Argelia.

( ... ) Al recordar hoy a De Gaulle, los franceses no lo hacen anírnados por los mismos motivos que la clase política. Si se refugian en el mito es, para muchos de ellos, con el objeto de huir del desarraigo que experimentan ante un mundo político en plena descomposición, ya se trate de un partido socialista desgarrado por las ambiciones personales o de tina derecha cuyos principales dirigentes, incluidos los que se presentan como herederos históricos del gaullismo, no llegan siempre a distinguir lo esencial de lo insignificante.

( ... ) Todos los potenciales salvadores distan mucho de tener el mismo rigor moral, el mismo desinterés y el mismo sentido del bien común que aquel hombre del 18 de junio.

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, 18 de junio

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