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ITALIA 90

Inglaterra no supo responder a Irlanda

Bobby Robson acertó con sus pronósticos. Adelantó que sería un típico derby de la Primera División inglesa. Avisó que sería cuestión de luchar por el derecho de jugar al fútbol. Anunció que quería algo positivo e insistió en que la primera evaluación formal de su selección se aplazaría hasta el partido frente a Holanda. Robson fue totalmente británico.El fútbol no estuvo dominado por la técnica, sino por los elementos. El balón pasó gran parte de los 90 minutos a merced del fuerte viento que soplaba en el estadio. Y al inicio del segundo tiempo la fuerte lluvia terminó de convencer a los jugadores que estaban en el estadio de Anfield en pleno mes de febrero.

Los irlandeses salieron al campo para dar fe que en su debú en la fase final de la Copa del Mundo saben amargarle la vida a cualquiera, incluso a sus hermanos de la Liga inglesa. También lo hicieron predispuestos a cumplir con uno de los requisitos de. su entrenador, Jack Charlton. El ex defensa internacional inglés sostiene que la cosa que más le fastidiaba mientras jugaba era perseguir balones hacia su propio banderín de esquina. Con la colaboración del vendaval, los verdes dedicaron el primer tiempo a los lanzamientos aéreos hacia las esquinas del estadio San Elías, dando trabajo a los recogepelotas.

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Ante tal acoso, los laterales ingleses, Stevens y Pearce, no tuvieron remedio. Los balones incómodos fueron mandados directamente hacia las gradas para contribuir aún más a la sensación de técnica paupérrima. Los irlandeses, animados por una temperatura fresca que favorecía su juego de derroche físico, consiguieron un dominio territorial que solicitó al portero inglés Shilton un esfuerzo descomunal a cambio de igualar la marca de 119 partidos internacionales establecida por el norirlandés Pat Jennings.

El portero sudó la camiseta, saliendo al encuentro de la gran profusión de balones largos que invadían sus barrios periféricos sin amenazar directamente su portería. Sus momentos de mayor apuro nacieron en las jugadas a balón parado, donde la acumulación de 15 hombres en el área inglesa provocó confusión. Inglaterra no supo responder con técnica al asalto aéreo de los irlandeses. Beardsley ofreció poco apoyo a un Lineker estrechamente vigilado por McCarthy y Moran, mientras Barnes quiso, pero no pudo asomarse a las trincheras en el centro del campo.

Gascoigne y Waddle, que festejaron el gol inglés con una lambada ensayada que acabó en un beso de traseros, no encontraron las formas para expresarse a gusto. "El campo era muy pequeño", se quejó Lineker después del partido, "Y era muy dificil encontrar espacio para jugar. El resultado es una decepción porque pensaba que mi gol iba a ser suficiente".

El estreno del máximo goleador del Mundial de México fue fiel reflejo del desorden del partido. Recibió un pase de Waddle con el pecho, se equivocó el portero Bonner de dirección y permitió que Lineker, tropezando, llegara en los últimos centímetros para adelantarse a Morris y McCarthy y acompañar la pelota hasta la red.

La réplica irlandesa llegó tarde, cuando el partido parecía perdido, y nació también en el desorden. Un despeje de Stevens dio en el pie de Sheedy y el balón quedó perfectamente preparado para que batiera a Shilton con un zurdazo inapelable.

"El gol hizo justicia", afirmó Charlton al final. "Jugamos mejor en el segundo tiempo con el viento en contra y sabíamos que si seguíamos buscando la cabeza de Cascarino algo podía caer. No se puede pedir más esfuerzo a mis hombres, ni más sacrificio".

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