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Moscú no logra controlar la crisis de Kirguizistán

Más de 100 personas han muerto ya en la república soviética centroasiática de Kirguizistán durante los enfrentamientos entre la población autóctona y los uzbekos. Tanto en esta república como en el vecino Uzbekistán se ha declarado el estado de emergencia en varios distritos y ciudades, pero las fuerzas del orden no han logrado controlar la situación. Bandas de uzbekos y kirguizes andan a la caza unos de otros, principalmente en las afueras de Osh, donde el lunes pasado estalló el conflicto a causa de unas tierras en disputa. Los jóvenes enardecidos matan incluso a las mujeres, niños y ancianos.

La atmósfera en la provincia de Osh, que limita con Uzbekistán, es "extremadamente tensa", según un comunicado de Tass. Las muertes oficialmente registradas habían llegado a 107 ayer por la mañana, y el número de heridos a 436. Trescientos cuarenta y ocho edificios han sido incendiados y decenas de tiendas saqueadas.En Uzguén, ciudad ubicada a 69 kilómetros al noreste de Osh, es donde se ha registrado la mayor cantidad de víctimas: alrededor de 70. También de esta ciudad llegan las noticias de mayor crueldad: familias enteras pasadas a cuchillo, con los ojos arrancados y otras atrocidades.

Desde la provincia de Osh, helicópteros militares evacuan a las personas de nacionalidad uzbeka a Uzbekistán. En Tashkent, capital de esta república, uzbekos procedentes de Osh y representantes del movimiento nacionalista Birlik fueron recibidos por el primer ministro, Shukurulá Mirsaídov. A éste le pidieron que contribuyera a enviar a Osh voluntarios para defender a sus connacionales y que se les dieran armas para defenderse de los kirguizes.

"Quisiera equivocarme, pero creo que aquí va a ser peor que en Nagorno Karabaj", declaró a EL PAÍS Alexandr Kniázev, dirigente del Movimiento Democrático de Kirguizistán, que agrupa a unas 10 organizaciones informales kirguizas y rusas. El conflicto se ha politizado, y ahora los nacionalistas kirguizes piden la anexión de las provincias uzbekas de Ferganá y Andizhán, mientras que los uzbekos exigen que se les entregue la provincia kirguiza de Osh.

Toda la región es un polvorín que puede dar nuevas explosiones en cualquier momento, según Kniásev. Los sucesos de Osh pueden caldear los ánimos en las otras repúblicas centroasiáticas limítrofes. En Tayikistán, por ejemplo, hay un movimiento que pide la anexión de la provincia uzbeka de Samarcanda y en Kazajstán exigen garantías para los numerosos kazajos que viven en la provincia uzbeka de Tashkent.

Fuga de rusos

La fuga de rusos, que constituyen un alto porcentaje de la población en Kirguizistán, ya ha comenzado. Hay enormes colas para obtener contenedores, informó Kniásev en conversación telefónica desde Frunze, la capital kirguiza, y en las calles se pueden ver por todas partes anuncios de gente que quiere mudarse a otras repúblicas, incluso empeorando sus condiciones de vivienda. A Moscú ya están llegando los primeros refugiados rusos.A Frunze están llegando kirguizes que han huido de Osh y Uzguén. En ambas ciudades los uzbekos son mayoría. En Osh, por ejemplo, los uzbekos constituyen el 44% de la población, los rusos alrededor del 30% y los kirguizes sólo el 20%, según Kniázev. Frunze está relativamente tranquila, pero para Kniázev se trata de "la calma anterior a la tormenta". Los dirigentes de la república no han respondido al ultimátum de los estudiantes, que vence hoy por la tarde. Los jóvenes exigen la renuncia de los actuales líderes por no haber sido capaces de defender "los intereses nacionales del pueblo kirguiz".

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