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ITALIA 90

Italia expulsa al cabecilla de los 'hooligans'

La policía italiana detuvo ayer en la estación Termini de Roma a Paul Scarrott, considerado el jefe de los hinchas ingleses violentos, hooligans. El ministro de¡ Interior italiano ordenó su expulsión inmediata de¡ país, y anoche llegó al aeropuerto de Heathrow, en Londres. Scarrott, de 34 años, que encabeza la lista negra confeccionada por la Federación Inglesa de Fútbol, fue localizado en el curso de un control policial. Envuelto en una bandera de su país, aseguró: "He venido aquí amistosamente", aunque luego confesó su deseo de pelear contra los hinchas holandeses y darles una buena lección de patadas.

Bajo los objetivos de los fotógrafos y de las cámaras de televisión de medio mundo, el jefe de los hooligans se mostró atontado y un poco ridículo. "He venido aquí amistosamente", explicó. Seguido por las miradas complacidas de la policía italiana y por su inspector jefe, Humberto Improta a la cabeza, Paul Stephen Cooper Scarrott, de 34 años, londinense, llegó escoltado por agentes con uniformes brillantes a la comisaría central de Roma. De allí sólo salió para ser embarcado en un vuelo directo a Londres.Scarrott verá el Mundial por televisión. La seguridad de los estadios sale bien parada. Ha terminado así la aventura del líder de los hinchas más radicales ingleses, el peligroso hombre que el otro día mandó a un periódico de Londres una foto suya delante del Coliseum, con una proclama de guerra: "Soy el más grande delincuente del mundo, nadie me podrá parar nunca. Queremos pelearnos con los holandeses y darles una buena lección de patadas. Les esperamos con bombas lacrimógenas en la estación Termini".

Una advertencia así hizo temblar a los estrategas del sistema antidelincuencia del Mundial. Fero Scarrott se ha mostrado en las últimas horas mucho más ingenuo de lo que, vista su calificación de jefe, pudiera considerarse. Se ha dejado detener por la policíajusto en el lugar indicado para la cita guerrillera: la estación central de Roma.

Tiene el pelo cortado casi al cero. Lleva los brazos y las piernas tatuadas. Viste un viejo par de zapatillas de deporte, calcetines blancos, pantalones cortos negros y camiseta gris. Todo, suc io y roto. El rey de los hooligans sabía que no podía pasar inadvertido, pero por si así fuera decidió esconderse además bajo la bandera roja, azul y blanca de su país. En el momento de la detención no iba armado con bombas lacrimógenas, sino con una botella de cinco litros de vino de Frascati.

Delante de decenas de periodistas italianos, el inspector jefe de Roma alabó el equipo investigador que trabajó en la localización de Scarrott: "Hemos activado los servicios de seguridad para el Mundial desde el 1 de junio para prevenir cualquier tipo de desorden. Scarrott prometió pelea, pues la ha perdido".

Paul Searrott, que aseguró no saber que era tan famoso, permaneció en una habitación de la comisaría central de Roma. Allí por unos instantes respondió a las preguntas de algunos periodistas: "¿Nos muestra los tatuajes?", y el hooligan, con los ojos brillantes de orgullo, enseñó los brazos marcados. En el bíceps del brazo izquierdo lleva escrito: "NFFC", iniciales de Nottingham Forest Football Club. "Mi equipo preferido", dice. "Pero ¿porque la letra N está atravesada por una cicatriz?", "¿una cuchillada?", le preguntan. "No, ha sido un fragmento de una bomba de cuando hacia la mili en Belfast".

Luego llega la orden de que baje al patio. Es el desfile de la fiera de los estadios. Paul Searrott pierde entonces la sonrisa y tiembla un poco. Fuera de los estadios es un pintor de brocha gorda que quiere ser protagonista. Las palizas dadas y recibidas le han concedido un poco este privilegio.

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