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FERIA DE SAN ISIDRO

¡Puerta grande para los novilleros!

Holgado/ Galán, Caballero, GonzálezNovillos de Auxilio Holgado, bien presentados, algunos con trapío de toros, inválidos y pastueños; el mayoral salió a saludar al terminar el festejo. Juan Pedro Galán: estocada trasera (oreja); cogido por el primero, sufre cornada en un muslo de pronóstico reservado. Manuel Caballero: estocada delantera escandalosamente baja y dos descabellos (palmas); estocada (dos orejas y, terminada la vuelta al ruedo, vuelve a salir al tercio, al reproducirse la ovación); pinchazo tendido bajo -perdiendo la muleta, otro hondo ladeado y dos descabellos (vuelta). Cristo González, nuevo en esta plaza: pinchazo, estocada corta perpendicular ladeada perdiendo la muleta y dos descabellos (palmas y saludos); media (dos orejas). Caballero y González salieron a hombros por la puerta grande. Plaza de Las Ventas, 30 de mayo. 20ª corrida de feria. Casi lleno.

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¡0lés estruendosos, aclamaciones, gritos de ¡torero, toreo!, cinco orejas, ovación al mayoral, bronca a la presidencia, puerta grande para dos novilleros, la Biblia ... ! Hasta Cristo salió a hombros por la puerta grande y no es irreverencia, ni es broma: se trata de un Cristo genuíno, Cristo González, un chaval de 16 años, hijo de Chiclana, qué debutaba en Madrid y salió a hombros por la puerta grande junto a Manuel Caballero, albacetense de pro. Si no llega a sufrir una cornada Juan Pedro Galán, esta novillada habría sido la más jubilosa ocasión que conocieron los siglos taurómacos. Cinco orejas, dos salidas a hombros por la puerta grande, un mayoral como unas castañuelas y broncazo a la presidencia, todo de una vez, esa es una satisfacción que ni los más Viejos del lugar recuerdan.

Oréjas, puertas grandes, ovaciones y broncas se recordarán, naturalmente que sí, pero aún se ha de recordar más el buen toreo que hicieron los tres novilleros en algunos pasajes de sus aclamadas faenas. Hubo momentos en que la inspiración se les desbordaba y lo de Manuel Caballero con el capote al quinto de la tarde, hará historia. No sólo toreó a la verónica de primor, sino que abrochó los lances con dos medias verónicas perfectas y cuatro airosas revoleras ligadas de forma inverosímil entre los mismísimos pitones. Al marcharse toreramente de la cara del novillo, la plaza se iba a venir abajo. No saludó Manuel Caballero montera en mano pues ignora que en -estas circunstancias un torero debe hacerlo así. Nunca lo ha visto. Desde tiempo inmemorial nadie arma esos alborotos con el capote y, naturalmente, no hay ningún motivo para que salude montera en mano.

La faena de Caballero al cuarto novillo fue exquisita en los detalles, redonda en su conjunto, bonita y emotiva, y la culminó con un rotundo volapié. En sus otros dos novillos se acopló menos; con escasos rasgos artísticos en el segundo, con muchos en el quinto, y en este no cortó oreja porque mató mal. Cristo González se llegó a Madrid con un toreo amanoletado que incluía el prólogo por estatuarios, el epílogo por manoletinas. Amanoletado a conciencia, toreaba de costadillo, pero le jaleaban todo por

que el triunfalismo ya venía desbocado de atrás; y cuando, aparte lo dicho, marcó honda una trincherilla, dibujó el cambio de mano, ciñó impávido la manoletina, la plaza se iba a venir abajo otra vez.

Y, sin embargo, el toreo más puro lo recreó Juan Pedro Galán en el único novillo que mató además de manera casi heroica Cayó Galán mientras bregaba de capa y le revolcó el novillo de mala manera, pegándole una cornada. Sangrando y todo, continuó la lidia y construyó una faena reposada, dominadora, artística, llena de aromas. Olía a torero allí. Le concedieron una merecidísima oreja y después de dar la vuelta al ruedo hubo de entrar en el quirófano. Mala suerte la de Juan Pedro Galán, por la cornada y porque no pudo torear su otro novillo. Su otro novillo era un bombón. Y los cinco restantes, también. Una bombonería de lujo echó Auxilio Holgado, ganadera, al ruedo de Las Ventas. La verdad es que todos los novillos debieron ser devueltos al corral, por inválidos, mas el presidente prefirlió que no -de ahí las broncas- y para los novilleros fue como un padre. En vez de esos novillos sale empujando el carretón la hermana San Sulpicio, y no les embiste mejor.

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