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FERIA DE SAN ISIDRO

Galán, herido de pronóstico reservado

, El novillero Juan Pedro Galán resultó herido de pronóstico reservado por su primer enemigo. Llegó a la enfermería con la obsesión de salir a matar el segundo, lo que resultó imposible: "Me da igual lo que tenga en la pierna, yo salgo". Pero su pierna derecha ya presentaba una inflamación considerable alrededor de la herida, y leve hemorragia.

Tras un rápido reconocimiento por el equipo médico, el cirujano Máximo García Padrós decidió intervenirle, momento en el que salió Tomás, mozo de espadas de Galán, a dar la desagradable noticia a Juan Galán, padre del novillero, su esposa Isabel, el apoderado y el empresario de la plaza Pablo Lozano.

"Pero qué necesidad tiene un magnífico estudiante de tercero de Empresariales como él, de estas cosas", decía el padre del diestro, gratamente sorprendido por la entereza de su hijo. Lozano le consolaba: "Ha triunfado herido y eso es tan importante como salir por la puerta grande".

García Padrós comentó después de la operación que es una cornada fuerte, pero limpia, y que Galán estará listo para reaparecer en una semana: "Aunque me ha insistido en que quiere hacerlo el sábado en Santander".

Triunfos con lágrimas

Los compañeros de terna de Galán sí habían salido por la puerta grande, tras haberse emocionado en el ruedo, donde los dos reconocían haber llorado. Tanto Manuel Caballero como Cristo González dedicaban su triunfo a Galán. Caballero añadió: "Estoy seguro que también habría salido a hombros, porque la novillada fue excepcional y ya estuvo muy bien en el novillo que le cogió".

Su llanto se había producido al escuchar los gritos de "torero, torero" cuando toreaba con el capote al quinto: "He sentido él mayor gusto de mi vida". Media hora después de su llegada al hotel seguia en éxtasis y sin quitarse el traje de luces: "Es mi día mágico, el de máxima inspiración y tengo que prolongarlo".

Su apoderado, Alberto Aliaño, se dirigió a Pablo Lozano y a Manuel Chopera en la misma plaza, y en el hotel hablaba con Canorea: "Mi obligación es aprovechar los éxitos de Caballero en el ruedo, y en caliente, mejor. Tengo ya firmados casi todos los domingos de 1990". Concluía señalando que este, éxito le compensaba del abandono que sufrió al iniciarse la temporada por parte de Tomás Campuzano, al que apoderó hasta entonces: "Dios castiga a los malos y premia a los buenos".

González, que derramó sus lágrimas cuando vio que el presidente le otorgaba la segunda oreja, no sabía explicar su sensación al escuchar los olés: "Es imposible definirlo con palabras". Bromeaba afirmando que aún no se creía haberse visto anunciado en la feria ni haber hecho el paseíllo en la plaza más importante: "De modo que del triunfo me enteraré por la prensa, cuando despierte de este sensacional e increíble sueño". Su apoderado, Enrique Barrilaro, también, aprovechó la noche para negociar los muchos contratos que le ofrecían.

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