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Tribuna
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La Almudena

Schuster se va o quiere irse, que es lo mismo. He aquí un alemán errante que confirma el diagnóstico del poeta: ... llegar a un país / del que no se quiera regresar es quizá la utopía más imposible de todas las utopías imposibles. Junio pronto hará olvidar los desaires del alemán y el informe Ruiz Gallardón, porque no hay cachondeo que 100 días dure en un país que necesita repostar la alegría y la chanza a ritmo de cuplé de entreguerras. Definitivamente laica la política, terminada la Liga, Gil y Gil silencioso y Schuster con las maletas hechas, un vacío espiritual se cernía sobre nosotros, con el riesgo de buscar objetos sagrados del deseo para todo el verano. Pero ahí está el Mundial, que tiene efectos religiosos ecuménicos equivalentes a una visita del Papa a Fátima.Ya puedo morir tranquilo. Mi tesis sobre la necesidad de nutrirse de religiosidades menores para evitar religiosidades terribles ha calado en las nuevas generaciones. El otro día una sacerdotisa del erotismo literario, Almudena Grandes, me confesó que ella sólo cree en el Aleti de Madrid, y no por convicción racional, sino porque heredó esta fe de sus mayores, que es la mejor manera de heredar una fe. La triunfante autora del best-seller erótico de entreguerras (de entre qué guerras no importa) ni siquiera defiende el erotismo como religión- analgésico. También ésa sería una religión demasiado peligrosa. El Aleti. Gil y Gil. Dioses menores de efectos secundarios.

Vaya ala izquierda la del Aleti. Almudena Grandes y Juan García Hortelano. Gil y Gil no sabe lo que tiene. Por ahí podría comenzar su "cuarto proyecto", enunciado evidentemente religioso que incluye la posibilidad de otro best-seller de Almudena: El cuarto proyecto de Lulú. Nos merecemos estas creencias pequeñas, sus mínimos catecismos, para evitar tentaciones fundamentalistas que nos preparan los Jomeinis de este mundo, incluido el pertinaz Suquía.

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