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El ángel

Manuel Vicent

Puesto que no tenía a nadie con quien hacer el amor, decidió acostarse esa noche con su ángel de la guarda, pero antes quiso que la acompañara a tomar unas copas por ahí. Nunca había salido con un ser tan resplandeciente. El ángel de la guarda llevaba túnica blanca y alas de oro; las sandalias también eran de oro y no parecía masculino ni femenino, sino de otro género bellísimo, casi animal, con un halo de fuego en el testuz. Ambos causaron gran sensación en aquella terraza de Juan Bravo al bajar del coche. Los búfalos que allí abrevaban en las tinieblas del sábado quedaron deslumbrados al ver el maravilloso acompañante que una chica tan corriente traía. El ángel pidió el primer aguardiente, y la chica otro más. Los dos bebieron sin parar dentro del resplandor que él despedía, y ciegos ya, partieron luego en el descapotable hacia una discoteca de moda morreándose. La chica nunca se había sentido deseada por un hombre, y ahora que iba a cumplir 27 años optó por arrojarse al vacío, y así bajó a aquel sótano moderno abrazada a la cadera intangible de su ángel de la guarda, y todo el mundo pudo admirar la hermosura de este raro ejemplar de antílope. La chica ya estaba borracha a esa hora, y él se hallaba también muy profundo de alcohol, pero la pareja bailó hasta la madrugada por todo el circuito de las salas de fiesta, en medio del corro que el público siempre les formaba. Ella quería galopar mucho esa noche, y en los lavabos de un antro, donde los clientes colgaban del techo boca abajo, supo que le habían estallado dos relámpagos en el fondo de la nariz, y al instante sobrevino la oscuridad, dentro de la cual seguían brillando las alas de oro y la túnica blanca, y de esa travesía la chica sólo podría recordar después un número indeterminado de sombras: tal vez ella había hecho el amor con un ser incandescente encima de un piano de cola mientras la gente aplaudía, tal vez había violado a un antílope en los retretes del Cock. La chica ya no vivió sino para recordar aquel momento estelar de su vida.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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