Animales
Mi relación con los animales nunca ha sido fácil, aunque he conseguido sobrevivir a todos los que han pasado por mi vida. Tengo miedo a los perros. De pequeño, uno me mordió e la cara interna del muslo derecho cerca del centro de mis intereses. Pasé dos días en cama y, por casualidad, leí un artículo del Reader Digest en el que se explicaba que cuando los hombres sentimos temor ante un perro, las cápsulas suprarrenales comienzan a segregar más adrenalina de la habitual; por lo visto, el olfato del perro es muy sensible a esta substancia, de manera que la huele enseguida, deduce que estamos atemorizados y nos ataca irremisiblemente. Desde entonces, siempre que me cruzo con un perro aparento indiferencia para que las cápsulas suprarrenal no se den cuenta de que estoy asustado y empiece el fatídico proceso. Pero es fácil engañar a estas cápsulas, por eso odio a los perros.Ahora hay en mi casa una gata con la que no tengo ninguna relación. Vivimos en dimensiones diferentes no somos invisibles el uno para otro de milagro. Hace poco me torcí el tobillo y estuve varios días sin salir a la calle. Me sirvió para averiguar qué emplea la gata todo el tiempo libre de que dispone. Bueno, la mañana la pasa dentro del armario empotrado de mi cuarto,- sobre un jersey que apenas me pongo porque me gusta mucho y tengo miedo de que se estropee antes de que deje de gustarme Después se sube a una butaca del sillón y contempla sin agobio a la gente que pasa por la calle. Entretanto toma nota del paso de las estación en las ramas de los árboles. Nunca está nerviosa; parece que se encuentra permanentemente bajo los efectos de un valium. Luego come y vuelve armario para reposar un poco sobre mi jersey preferido. Por la tarde caza moscas, haraganea y se afila las uñas en mi escritorio. Nunca ha salido a calle, no le gusta. A mí tampoco. Odio a esta gata porque cada uno los días de su vida realiza el sueño de cada uno de los instantes de la mía.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.