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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Demografía,

Dos publicaciones a ambos lados del Atlántico han coincidido en tocar el tema de la población a nivel mundial con un enfoque cada vez menos novedoso. Newsweek (1 de enero de 1990) saludaba la década de los noventa con este titular: ¿Qué fue de la explosión demográfica? Respuesta: "No se producirá". Aunque los africanos seguirán multiplicándose durante unos decenios más, en el resto del mundo el problema será la escasez de población, no el exceso". Entresaco algunos párrafos sugestivos: "En lugar de acercarse al cataclismo malthusiano, el planeta se encamina hacia un suave aterrizaje". Las nuevas cifras que se ofrecen son de 10.000 millones de habitantes sobre nuestro planeta al final del siglo XXI, aunque ahora los números se anuncian con una prudencia aprendida de los deslices anteriores: "Ahora los demógrafos se cuidan de advertir que sus previsiones a largo plazo pueden ser muy falibles". El articulista de Newsweek termina invocando el error humano en piadosa alusión a las precipitadas profecías catastrofistas.Un par de semanas después, The Economist (20 de enero de 1990) se expresaba así: "La segunda mitad de este siglo ha conocido una aceleración impresionante del crecimiento demográfico mundial..., seguida de una igualmente impresionante caída de la fertilidad". Para el semanario británico, el problema de los noventa será el envejecimiento del planeta: "Ya a principio del próximo siglo, incluso las naciones ahora llamadas del Tercer Mundo empezarán a envejecer rápidamente". El reportaje recoge unas manifestaciones de Julian Simon, uno de los estudiosos que no dieron crédito a los augurios pesimistas, y sus palabras son meridianas: "Ias predicciones que aseguraban que no se podría dar de comer a tantas bocas han resultado ser pesimistas", "el mundo es capaz de producir alimentos para el doble de la población actual".

Por todo ello, me resulta surrealista leer en la prensa de las últimas semanas nuevos anuncios catastrofistas sobre la imparable,explosión demográfica, con la consabida coletilla de que la anticoncepción masiva se revela como nueva piedra filosofal.Cuando sabemos que con la actual tasa de natalidad en Suecia no quedarán suecos dentro de 50 años; cuando sabemos que Mitterrand -que no es católico ni de derechas- expolea a que las francesas busquen el tercer hijo y para ello no duda en resucitar los premios a la natalidad; cuando sabemos que en España no tenemos garantizado el recambio generacional. Otro asunto será la inevitable reconversión de las multinacionales de la anticoncepción, que ven peligrar sus sustanciosas ganancias si se recortan las campañas de control de la natalidad en el Tercer Mundo.-

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