Lo 'jondo', en las fronteras
Parrita abrió el fuego de la tarde, tras una larga espera ante las puertas del estadio. Parrita, cancionero que antes fue cantaor, y se le nota, especialmente en la forma de vocalizar, en el rajo que da a algunos de los temas.Por lo demás, como les ocurre a tantos otros artistas que se han decantado hacia esta línea hoy en boga, el problema está en que las canciones que interpreta Parrita son casi todas repetitivas hasta la monotonía, tan parecidas entre sí que suenan a la misma canción con letra distinta.
Lo de Ketama es distinto. Ahí hay unos creadores con imaginación que, arrancando de unos saberes que les vienen de casta, llevan la frontera del flamenco al encuentro con casi todas las músicas actuales. Y eso lo hacen con inspiración, con ideas, logrando creaciones enormemente originales, ricas y de un singular atractivo.
Parrita, Ketama y Pata Negra
Estadio Román Valero. Madrid, 18 de mayo.
Hay en esas creaciones dos polos que imponen su ley: la fidelidad a lo jondo -bulerías, alegrías, soleares, tangos...-, en que Joselito Soto y Juan Carmona marcan una pauta de flamenquería excelente e incuestionable, y los sones de rumba, en que Antonio Carmona toma la voz cantante y logra embrujarnos a todos -comenzando por sus compañeros en el escenario- con la magia de unos sonidos arrebatadores en los que se muestra como un showman excepcional.
El grupo Pata Negra, de Rafael Amador -sin Ralmundo-, lleva las fronteras más lejos aún, a encuentros que hasta hace poco hubiéramos considerado imposibles con sonidos como lo heavy y cosas por el estilo. Desde una perspectiva flamenca cuesta mucho más entrar en ese mundo sonoro de guitarras eléctricas estridentes y chirriantes.
Lo jondo aquí se pierde casi siempre, deja de ser. Y sin embargo, cuando pacifican sus ímpetus transgresores y se emplean en composiciones menos duras, -los blues, por ejemplo- logran una música cálida, envolvente y de indudable interés.
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