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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La 'conexión gallega'

LA RECONVERSIÓN de las tradicionales redes gallegas de contrabando de tabaco al más rentable negocio de la drogra -y en la actualidad al de la cocaína procedente de Colombia- es una realidad cada vez más evidente. La aprehensión en las últimas semanas de cerca de 500 kilos de cocaína en diversos puntos de Galicia (su valor en el mercado ha sido cifrado en unos 60.000 millones de pesetas y en 30 millones el número de dosis) corrobora la metamorfosis sobrevenida en los sectores contrabandistas gallegos. Sin duda, la incautación de tan importantes alijos de droga constituye un éxito policial de primer orden, pero al mismo tiempo es un indicio de la magnitud del sucio negocio de la droga en Galicia.Desde que se localizaron, hace seis o siete años, los primeros síntomas sobre la conexión entre las redes de contrabando de tabaco y las del narcotráfico, y la transformación, poco después, de muchas de las primeras en las segundas, no han dejado de lanzarse voces de alarma sobre los efectos devastadores que ello puede producir en el tejido social y económico de Galicia. Voces como las del antiguo diputado socialista por Pontevedra y ex alcalde de Vilanova de Arosa, José Sito Vázquez, uno de los políticos gallegos que con más coraje viene luchando para impedir que el contrabando se haga con el control económico de las rías gallegas, y, fuera de nuestras fronteras, el director de la DEA, la agencia norteamericana responsable de la lucha contra la droga, que señaló públicamente que "el punto predominante de entrada de cocaína en Europa es la península Ibérica".Sin duda, los gobernantes españoles -centrales y autonómicos- son conscientes del peligro. Y prueba de su determinación de hacerle frente son las recientes incautaciones de cocaína, el más duro golpe asestado al narcotráfico en Galicia en los últimos años. Pero además de una mayor coordinación entre el Gobierno de la nación y el gallego -obligada en este asunto al margen del color político de cada uno de ellos-, ambas instancias de poder deberían tomar más en serio los testimonios y advertencias sobre la posición predominante de España en el negocio mundial de la droga.

En este sentido urge, por un lado, una mayor capacidad profesional y dotación presupuestaria de la policía para la obtención de pruebas, tarea sin duda nada fácil en el cerrado mundo del contrabando, pero indispensables para que los capos que lo manejan no queden impunes a la acción de lajusticia. Así se evitarían situaciones tan frustrantes como la reciente absolución del industrial Laureano Oubifia, considerado por la policía y vecinos como uno de los jefes del contrabando y del narcotráfico en Galicia -al que la DEA norteamericana ha señalado como uno de los principales hombres en el negocio del hachís en Europa- Pero se impone también un seguimiento más estricto de las operaciones sospechosas de blanqueo de los beneficios del narcotráfico, tarea encomendada al fiscal especial antidroga, y que hasta ahora apenas se ha traducido en resultados tangibles. ¿En qué ha quedado, por ejemplo, la investigación sobre el flujo ilegal de dinero español a Suiza en el caso denominado peseta connection o sobre los indicios de que traficantes colombianos lavan parte de su dinero en Galicia con la ayuda de un ciudadano centroamericano?

Todo ello remite a un exceso de contradicciones e insuficiencias de la política represiva, presentada como única alternativa en la lucha contra el narcotráfico, que habrá que superar cuanto antes si se quiere evitar un rotundo fracaso. Antes, desde luego, de que el dinero fácil y abundante de la droga extienda sobre instituciones y personas sus efectos corruptores -de los que, por otra parte, ya existen abundantes indicios en la sociedad gallega- y haga de todo punto imposible alejar tan temible amenaza.

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