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Bosch afirma que solo el fraude puede arrebatarle la presidencia dominicana

Antonio Caño

El ex presidente Juan Bosch, un viejo militante marxista que originó la invasión norteamericana de 1965, se mostraba seguro de la victoria en las elecciones generales celebradas ayer en la República Dominicana, las 37 desde la proclamación de la independencia, en 1844. Bosch advirtió que sólo un fraude podría privarle del triunfo.

Las primeras horas de la jornada electoral transcurrieron con ciertas anomalías debido a la abundante concurrencia de votantes a las mesas de escrutinio y la lentitud con la que se desarrollaba la operación de depósito del voto. En algunos centros de votación, vigilados por soldados y policías, los asistentes protestaron y trataron de forzar la entrada después de varias horas de espera.Ocho elecciones han borrado ya totalmente el recuerdo de la dictadura de Leónidas Trujillo en este país, la primera tierra contemplada por Cristóbal Colón en su aventura americana. Hoy la pasión política y las discrepancias se circunscriben al terreno puramente político. El Ejército no ha aparecido siquiera en todo este debate electoral, y es inexistente la sombra del golpe de Estado o de la presión militar contra uno u otro candidato.

Amenaza de enfrentamientos

Sí existe el peligro de que los seguidores del gubernamental Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) se nieguen a aceptar la derrota de su candidato, el presidente Joaquín Balaguer. El país se encuentra muy polarizado políticamente y la amenaza de enfrentamientos al conocerse los resultados electorales no ha podido ser disipada por los reiterados llamamientos a la cordura.Uno de los principales elementos de esa polarización es, precisamente, la personalidad del favorito a la victoria: Juan Bosch. El ex presidente derrocado por los militares en 1963, y a quien una invasión norteamericana le impidió recuperar el poder en 1965, tiene en este país fama de hombre imprevisible y arriesgado. Su edad -cumplirá 81 años el mes próximo- ha apagado considerablemente su fuego revolucionario. Hoy se presenta como un defensor del pequeño y mediano empresario frente a la burocracia estatal, defiende la inversión extranjera y se ha olvidado por completo de sus antiguas simpatías por Cuba. Sin embargo, sigue habiendo algo en él que despierta la desconfianza del electorado, que, pese a desear el cambio, teme que Bosch suponga, más que un cambio, un salto al vacío.

De eso puede aprovecharse el otro contrincante de este duelo de ancianos, Balaguer, para seguir en el poder por un sexto periodo de cuatro años, es decir, hasta que cumpla los 88 años de edad. Balaguer consiguió su primera presidencia por imposición de Trujillo, quien murió en atentado en 1961. En enero de 1962 Balaguer tuvo que renunciar y pedir asilo en la Nunciatura Apostólica en Santo Domingo.

Pero tampoco es hoy Balaguer aquel reaccionario amigo del tirano que cualquiera puede imaginarse. Ciego y gravemente limitado física y mentalmente, el presidente dominicano tiene hoy la única obsesión de construir antes de morirse la obra más impresionante que su pueblo sea capaz de recordar: el monumental faro dedicado Colón.

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Más de tres millones de dominicanos estaban convocados ayer para elegir 1614 cargos públicos, entre los que, además del presidente, está el vicepresidente, 120 diputados, 30 senadores y más de 600 alcaldes.

Aunque los candidatos inscritos para la presidencia son ocho, sólo cuatro cuentan con verdaderas posibilidades. Además de Bosch y Balaguer, José Francisco Peña Gómez, del PRI), y Jacobo Majluta del Partido Revolucionario Independiente (PRI).

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