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Los conservadores británicos empiezan a remontar su crisis

Los resultados de las elecciones municipales de la pasada sernana en el Reino Unido han provocado un cambio tan radical en el clima político que hasta datos que hace unos días se hubiesen considerado desastrosos ahora son presentados como un mal menor en la vía hacia la recuperación. La inflación llegó ayer al 9,4%, cota no vista desde hace ocho años, y no hubo pánico. Incluso Michael Heseltine, el potencial rival de Margaret Thatcher y principal elemento desestabilizador interno del Partido Conservador, parece haberse retirado de la lucha por el liderazgo tory y dejado el camino expedito para que la primera ministra tenga opción a un nuevo triunfo electoral.La salida del pozo en que se encuentra Thatcher no va a estar exenta de sobresaltos, pero los sondeos empiezan a mostrar que los conservadores acortan la ventaja laborista. Los más de 20 puntos de hace un par de semanas están ahora reducidos a 15, según Gallup. El que la calamidad electoral que los sondeos vaticinaban para Thatcher no se convirtiera en realidad en los comicios municipales aparece ahora como un punto de inflexión en el sino de la primera ministra.

Alta inflación

La inflación interanual alcanzó ayer la cota del 9,4%, con tendencia al alza en los próximos meses, pero tal cifra no provocó escalofríos en los mercados financieros, mientras la Bolsa reaccionaba ante ella con una subida. El Tesoro había, hecho circular la idea de que podría rondar el 10% y, a pesar de que se sabía que era un envite psicológico, la jugada dio resultado.Geoffrey Howe, viceprimer ministro, no ocultó que la cota es "inaceptablemente alta" e Insistió en que "no hay alternativa a las políticas (económicas) que estamos siguiendo", basadas en unos impopulares altos tipos de interés que se resisten a rendir frutos. El ministro de Hacienda, John Major, consideró la cifra decepcionante y culpó de ello al poll-tax decretado por los ayuntamientos.

La oposición laborista, que ayer clamó contra el 9,4%, está empezando a desviar ya su atención a la antigua promesa electoral de Thatcher de conseguir una inflación del 0%.

La aparente decisión de Michael Heseltine, uno de los principales elementos de disensión en las filas conservadoras, de no continuar su implícita carrera, hacia el liderazgo tory contribuye a ese repentino sosiego. Heseltine ha presentado un plan para, reformar el poll-tax acogido con frialdad en las filas conservado-ras y, forzado en un programa de televisión por un miembro del Gobierno en la sombra a definirse sobre su eventual candidatura, ha replicado: "Nosotros luchamos lealmente como partido por nuestro líder, por la política de nuestro partido, mientras que el Partido Laborista no tiene ninguna política y continuamente aparece dividido por luchas por el liderazgo; por eso nadie cree ni confía en ellos, y por eso van a perder la próxima elección".

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