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Miles de manifestantes en Belgrado contra el culto a la personalidad de Tito

Por primera vez en Yugoslavia, ayer se produjeron manifestaciones contra Tito en el aniversario de su muerte. Unas 2.000 personas marcharon por la calle principal de Belgrado enarbolando pancartas contra el culto a la personalidad del líder fallecido hace 10 años y gritando que la tumba del dirigente carismático fuera trasladada de Belgrado a Kumrovec (Croacia), su localidad natal. "Fuera la basura extranjera", cantaba la multitud. Las sirenas sonaron en las calles yugoslavas a las 15.05 recordando la muerte de Josip Broz, pero pocos se pararon para rendir homenaje al hombre que gobernó Yugoslavia durante 35 años y a quien ahora culpan de muchos de sus males.

El presidente yugoslavo Josip Broz Tito murió a tiempo, en 1980, de evitarse el destino de la gran mayoría de sus homólogos en el Este europeo, que han sido sustituidos, repudiados, juzgados en vida e incluso, como el dirigente rumano Nicolae Ceausescu, fusilados. Cuando Yugoslavia conmemoraba ayer los 10 años de su muerte con un minuto de silencio, a las 15.05, "la leyenda de los partisanos", "el orgullo nacional", "la violeta blanca", es decir, el mariscal Tito, sus restos, no descansaban probablemente en paz en su mausoleo de la Casa de las Flores en Belgrado.Post morten, un juicio histórico y político feroz aguarda al hombre que se opuso a Stalin; permitió ciertas libertades en un país comunista; ideó la autogestión y la descentralización económica para combatir la burocratización; forjó la "fraternidad y la hermandad" de los pueblos yugoslavos; fundó el movimiento de los No Alineados, y consiguió protagonismo internacional para un país relativamente pequeño, tras haber efectuado numerosísimos y costosísimos viajes, "pues sólo no ha pisado Australia y la Luna".

Este político se entrevistó con prácticamente todos los jefes de Estado de su época; intimó con artistas, como Elizabeth Taylor o Sofia Loren, de las que imitó sus gustos por el lujo en más de 30 residencias privadas en Yugoslavia; obtuvo numerosos honores científicos sin haber terminado la enseñanza media, y creó un culto a su persona "comparable con el de Stalin". Hoy, Tito ha sido puesto en tela de juicio por numerosos historiadores, periodistas y la opinión pública yugoslava, en general. Sólo los políticos oficiales se resisten a criticar publicamente sus "méritos revolucionarios", amparándose en una ley que protege "la obra y la imagen de Tito".

Desmitificación

La desmitificaíción de Tito -no obstante el embargo impuesto sobre una gran parte de sus archivos- se ha acelerado en los últimos meses. La semana pasada una diputada del Parlamento Federal pidió que su tumba fuera trasladada a su pueblo natal, Kumrovec, y que una vez por todas se descolgaran de los lugares públicos retratos, estatuas, y fotos de Tito cazando, pescando, escribiendo, recibiendo a los dignatarios extranjeros, montando a caballo o charlando con niños sonrientes. La propuesta de la diputada fue rechazada, pero la desmitificación del papel de Tito ha degenerado hasta alcanzar una acusación abierta por "50 crímenes", firmada por el historiador disidente Vojislav Seselj.La rápida descomposición de todos los soportes ideológicos de Yugoslavia bajo Tito revela que el mariscal ha dejado un regalo perecedero en su país. Construyó la unidad yugoslava ocultando verdades e hipotecando económicamente el país (el total de la deuda externa fue un alto secreto). La prueba del fracaso de su proyecto histórico-político, que costó muchas vidas, destierros y purgas, apenas comienza a conocerse.

A los 10 años de la muerte de Tito, la hermandad y la fraternidad de los pueblos yugoslavos degeneró en hostilidades,abiertas, donde florecen las acusaciones por los problemas históricos no resueltos. La unidad ideológica se mostró incapaz de sustituir las aspiraciones nacionales y nacionalistas. La federación yugoslava está por convertirse en una confederación y tampoco se descarta la posibilidad de una escisión.

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La economía descentralizada y autogestionada, en lugar de combatir la burocracia sólo logró reforzarla. La reforma económica actual -la vuelta al capitalismo- intenta reparar los daños de la industrialización forzada, las expropiaciones y los créditos extranjeros malgastados.

La creación del movimiento de los No Alineados, que permitió a Tito un protagonismo internacional, es contestada por todos los partidos de la oposición -algunos ya en el poder tras las elecciones libres en Eslovenia y Croacia- que piden rectificar esta política exterior "que africanizó Yugoslavia y la alejó de Europa", su aliado natural.

Hasta la imagen de comunista tolerante que Tito logró proyectar en el extranjero parece insostenible. Su poder absoluto, "tiránico", según Seselj, fue asegurado mediante las purgas, destierros, destituciones y asesinatos. Dos momentos históricos merecen atención: la relación de Tito con la guerra civil española y la ruptura con Stalin en 1948. Tito no combatió en la guerra civil, afirma el historiador, crítico y criticado VIadimir Dedijer. Parece que Tito estuvo una vez en Madrid, por un solo día, enviado por el Comisariado del Pueblo para Asuntos Interiores (NKVD, predecesor del KGB), para eliminar, a los comunistas yugoslavos desacreditados ante Stalin.

Importantes comunistas yugoslavos como Blagoje Parovic, adversario principal de Tito para el puesto de secretario general, fueron asesinados en España. Muchos desaparecieron,y Dedijer opina que falta por investigar los archivos españoles y franceses para aclarar el papel del viaje de Tito a Madrid.

Siempre orgullosos de vivir fuera de la órbita soviética, los yugoslavos se han enterado en los últimos años de cuál ha sido el coste de la ruptura con Stalin: más de 50.000 personas asesinadas, torturadas y encarceladas. Otras fueron enviadas a la isla adriática de Goli Otok (isla Desnuda), donde hombres y mujeres, obligados a renunciar y denunciar a sus maridos, esposas, hijos, hermanos y amigos, fueron obligados a trabajos forzados, torturados y reeducados.

Testimonios espeluznantes de los supervivientes, callados durante cuatro décadas, aparecieron en la literatura yugoslava en los últimos cinco años.

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