Soluciones europeas
De la reseña sobre el informe del FMI publicada por el diario EL PAÍS del día 19 de abril de 1990 se desprende, entre otras cosas, que la opción más razonable para acrecentar los ingresos del Tesoro y equilibrar el presupuesto -la elevación de la imposición indirecta- tropieza con el escollo de su repercusión sobre los precios y consecuentemente sobre el índice de precios al consumo (IPC). ¿Qué hacer?A mi modesto, si bien no del todo profano, entender, caben dos soluciones, aplicadas respectivamente por Holanda y por el Reino Unido:
1. Sacar de la cesta de la compra los artículos que son objeto de impuestos indirectos especiales que van encaminados tanto a recaudar como a desalentar su consumo: tabaco, bebidas alcohólicas, etcétera.
2. Calcular un IPC con la renta bruta en lugar de hacerlo con la renta disponible. El índice propuesto estimaría no lo que debe gastar una familia para adquirir la cesta de la compra, sino lo que debe ganar. A1 incluir la imposición directa en el cálculo del índice se podría trasladar parte de la presión fiscal sobre la renta a los impuestos al consumo o indirectos, elevando los precios sin que el índice variase lo más mínimo. Sería el verdadero índice del coste de la vida y brindaría muchos grados de libertad a la política fiscal.
Cualquiera de los dos métodos señalados remueve el escollo que una sana política económica encuentra en cl aparato estadístico vigente hoy en España. Cambiemos el IPC sin miedo, porque no es la Biblia ni la Constitución
y si, por cierto, un procedimiento ya algo rancio. Cambiemos el IPC porque desde 1940 para acá se ha quedado algo anticuado. Estadístico facultativo del INE.
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