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Shamir intenta formar un Gobierno de mayoría reducida en Israel

Isaac Shamir comenzó ayer las consultas para formar Gobierno siguiendo el encargo que le formuló el presidente israelí, Haim Herzog. Interrogado sobre sus intenciones, el dirigente del Likud parece intentar la formación de un Gobierno de mayoría reducida, sin la participación de los laboristas. Al menos, en esta etapa.

El jefe del Likud tratará de formar un Gobierno de mayoría reducida apoyado por 62 o 61 diputados. Si lo logra, Israel tendrá por primera vez un Gobierno en el que la extrema derecha nacionalista ejercerá una influencia considerable. Ariel Sharon y los otros duros del Likud tendrán aliados para elegir en la persona del general en la reserva Rehavam Zeevi, jefe del partido Moledeth, de Geoula Cohen y Youval Neeman, del partido ultranacionalista Tehiya.Shamir, sin la participación ,de estos dos últimos partidos, ya ha aprobado una serie de medidas como jefe de Gobierno interino que han provocado la cólera de la Administración de George Bush y la indignación de los mejores amigos de Israel en Estados Unidos. Se trata de la decisión de establecer otras dos asentamientos en los territorios ocupados y de la toma de posesión por un grupo religioso israelí del hospicio Saint John, situado en el barrio cristiano de Jerusalén Este.

El Tribunal Supremo ha ordenado a los 150 ocupantes judíos desalojar esas instalaciones antes del martes al mediodía. Esto no impidió el cierre total de los lugares santos cristianos, ayer en Jerusalén y Nazaret. En todas las iglesias, las campanas tocaron a muerto. "El Tribunal Supremo ha puesto fin al escándalo, pero para reparar el mal, en los corazones, harán falta años", afirma el alcalde de Jerusalén, Teddy Kollek.

Abogado apasionado por la coexistencia en Jerusalén entre judíos, cristianos y musulmanes, en el respeto y la mutua tolerancia, Kollek no oculta, en privado, sus temores acerca de lo que puede ocurrir bajo un Gobierno animado por Sharon y otros ultranacionalistas judíos, convencidos de los derechos exclusivos del pueblo judío sobre el conjunto de la tierra prometida (Eretz-Israel).

"Un Gobierno de Shamir cuyo eje sea la derecha nacionalista y religiosa no sólo no hará nada por promover la paz, sino, mediante iniciativas inspiradas solamente por la pasión nacionalista, separarnos de Estados Unidos y Europa. Un Gobierno así puede comprometer a Israel en la vía peligrosa de una nueva confrontación militar con el mundo árabe", afirma el laborista Isaac Rabin, quien considera imperativo impedir la formación de este Gobierno.

"No nos podemos permitir el lujo de una cura de oposición, como proponen algunos, ya que no tenemos un Estado de Israel de recambio", agrega el ex ministro laborista de Defensa. Los temores de Rabin son compartidos por más de un dirigente del Likud. Hombres como el ministro de Exteriores, Moshe Arens, o el ministro de Justicia, Dan Meridor, son más sensibles que un Ariel Sharon o un David Levy a los peligros de que se produzca un aislamiento internacional de Israel. El llamamiento lanzado por Rabin para una nueva fórmula de gobierno de unidad nacional (entre el Likud y los laboristas) parece tener ecos favorables en ciertos medios de Likud.

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