El toreo sevillano
La expresión toreo sevillano no tiene un significado unívoco. La concepción que del mismo tiene el vulgo no suele ser admitida, sin matizaciones, por la afición más rigurosa. Siempre se ha utilizado en contraposición al toreo rondeño. A ambos se les llegó a clasificar, exageradamente, de escuelas. Difícil resulta, sin retorcer los argumentos, encontrar caracteres claramente diferenciadores, que permitan, con nitidez, clasificar a los diestros de nuestro siglo en una de esas dos categorías.Frente a la hondura del toreo rondeño se suele destacar, con desconocimiento patente, la superficialidad del toreo sevillano. Ese ficticio toreo sevillano se caracterizaría por supeditar el dominio del toro a la estética, la hondura, al artificio, el toreo sin trampa ni cartón, al asperges de la esencia. ¿Podemos decir, en rigor, que estas características definían el toreo de Pepe Luis Vázquez, el más genuino representante del toreo sevillano? Evidentemente que no. Desde la óptica de la preceptiva, el toreo sevillano se identificaba también con el toreo, de pies juntos, frente al toreo rondeño del compás abierto. Otra falsa característica era el toreo de perfil. ¿No eran toreo sevillano los naturales, de frente, de Manolo Vázquez? Eran tan sevillanos como su barrio de San Bernardo o su cofradía de El Gran Poder. Pero, ¿dónde encasillamos a los dos protagonistas de la Edad de Oro del toreo? Joselito y Belmonte fueron sevillanos de nacimiento. Los dos se hicieron toreros en esta ciudad. Idolos, de todo el orbe taurino, en Sevilla fueron elevados a la categoría de mitos. Ambos tienen monumento en Gelves y Tríana, sus respectivos solares. Difícil será encontar mayores títulos de sevillanía que la de estos dos diestros. Su toreo, sin embargo, ¿cabe encuadrarlo en el llamado toreo sevillano? Otra pregunta: ¿Es sevillano el toreo de Curro Romero? ¿Se parece en algo, por ejemplo, al de Manolo González? Seguramente en nada. ¿No está Curro más cerca del toreo de Antonio Ordóñez, paradigma del toreo rondeño?
¿Puede ser determinante para el deslinde la llamada difícil facilidad? Fue Antonio Bienvenida -¿cómo olvidarlo al hablar de los toreros de Sevilla, aunque naciera en Careacas?- el prototipo de esta característica. ¿Hay, por ventura, alguna concomitancia con la difícil facilidad del toledano Domingo Ortega? Tampoco es definitorio del toreo sevillano. ¿Y la gracia, el ángel? Fue, seguramente Chicuelo su más reputado representante. Pero, ¿no es una característica común con el toreo de los gitanos? Podríamos seguir especulando, y siempre llegaríamos a la misma conclusión: el toreo sevillano no existe, no sirve la acepción, ni siquiera como convención.
Babelia
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