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Solidaridad inicia hoy un congreso decisivo para el futuro de Polonia

El segundo congreso nacional de Solidaridad, que comienza hoy en la ciudad de Gdansk, en la costa báltica de Polonia, será decisivo para el propio sindicato y el futuro del país. El congreso deberá hacer frente a un sector que quiere retomar la política reivindicativa que encumbró a Solidaridad en la oposición.

Los congresistas esperan un enfrentamiento entre los partidarios del movimiento social y los que quieren retomar la línea reivindicativa del sindicato. De triunfar esta última corriente, la suerte de las reformas; polacas podría quedar en entredicho. Este es el principal dilema al que tendrán que dar respuesta los delegados reunidos en el polideportivo Olivia durante los próximos seis días. Sustituir o no la actual fórmula de movimiento social, capaz de apoyar las reformas antilgualitaristas, por una política puramente reivindicativa es la divisoria de aguas del congreso. Los partidarios de la línea reivindicativa pretenden impedir el descenso de popularidad del sindicato y de sus líderes. De adoptar esta postura, Solidaridad, que acaba de abolir el comunismo en Polonia, pronto podría pasar a representar la principal barrera para las reformas.Los nueve años que separan el actual cónclave sindical del primer congreso de Solidaridad, celebrado en septiembre de 1981, estuvieron cargados de dramáticos acontecimientos: en diciembre de 1981 el general Jaruzelski decretó la ley marcial para acabar con el preludio polaco de la perestroika de Gorbachov; en octubre de 1982 Solidaridad era ¡legalizada, y con el paso de los años las autoridades comunistas lograron desarticular todas sus estructuras clandestinas; en 1989 la crisis económica obligó al partido comunista a entablar el diálogo con la oposición, en su mayoría de Solidaridad, y firmar un pacto social que culminó con la relegalización del sindicato en abril de 1989.

Paradójicamente, la vuelta a la legalidad y la posterior victoria arrolladora sobre los comunistas en las elecciones legislativas de junio pasado no desembocaron, ni mucho menos, en una afluencia masiva de trabajadores al sindicato, que en el momento actual cuenta con 2.100.000 afiliados, la cuarta parte de su poderío al estrenar legalidad. Esta crisis se ahondó aún más tras la decisión de Lech Walesa de formar un Gobierno afín a Solidaridad, encabezado por Tadeusz Mazowiecki.

Caída de popularidad

Desde septiembre del pasado año esta situación esquizofrénica de Solidaridad, que representa al mismo tiempo al asalariado y al patrono (Gobierno), hizo bajar la popularidad del sindicato del 78% en el otoño pasado al 47% actual.Todo parece indicar que para invertir esta tendencia Lech Walesa, el líder carismático de Solidaridad, quien con casi toda certeza será reelegido presidente del sindicato, forzará en el congreso una línea de retorno a la clásica fórmula sindical, lo que se traducirá en un conflicto más o menos velado con el Gobierno

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