Víctimas de la seguridad
Los sucesos siguientes ocurrieron el domingo 1 de abril, último día de la exposición de Velázquez en el Museo del Prado.Llegué a la puerta y, ante mi sorpresa, el museo estaba cerrado. Delante de mí había cerca de una veintena de personas hablando en tono amistoso con un guardia civil. El tema era que habían cerrado el museo porque no había nadie en la cola, hecho muy dudoso, porque cinco minutos antes había pasado con el coche y había visto que estaban entrando personas y otras se dirigían hacia la puerta, de lo que deduzco que a lo más esperaron medio minuto que no hubiera nadie y cerraron. La gente seguía agolpándose ante la puerta, y en escasos 10 minutos había ya más de 200 personas.
La conversación entre el guardia y la gente era cordial y en un ambiente de buen humor. El guardia intentó hacer gestiones llamando a la puerta, pero nadie le abrió. Ante esto decidimos dirigimos a la puerta principal. Allí seguía el tono distendido y de bromas entre la gente y el guardia civil.
Al taponar la salida de las personas que estaban dentro del museo se abrió espontáneamente como buenamente se pudo un pasillo, saliendo la gente sin problemas, pero uno a uno; no se podía abrir más el pasillo debido al agolpamiento ante la puerta. En esto salió un guardia de seguridad llamado Antonio, en tono amenazador, exigiendo un pasillo más amplio. Un hombre, acorde con el ambiente distendido, alegó: "Déjennos entrar y saldrán", con una entonación amistosa. Ante esto, el tal Antonio se dirigió hacia él en tono amenazador y le golpeó con su porra, defendiéndose el hombre como pudo. Ante esto salieron varios guardias jurados, le acorralaron y le golpearon con sus porras. Otro visitante salió en su ayuda para separarlos y se llevó su ración de golpes, cómo no, del tal Antonio.
De estos hechos se sacan dos conclusiones: la primera, que la verdad en algunos medios de comunicación es muy relativa (el lunes 2 de abril oí en una erriísora de radio que el museo permaneció abierto hasta la medianoche del domingo), y la segunda, el porqué de la proliferación de compañías de seguridad que no tienen ningún rigor al contratar a sus empleados: siendo éstos contratados para dar seguridad, son los primeros en alterar el orden público, abusando de su autoridad. Quiero constatar que no me refiero a todos los guardías jurados, sino sólo a unos pocos que deshonran la profesión, siendo otros supereducados, no necesitando la violencia para cumplir con su profesión.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.