Silbando a trabajar
Los árbitros rechazan el proyecto de la FIFA para convertirse en profesionales
La Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) ha dado ya el primer paso. A instancias de su influyente secretario general, Joseph Blatter, el consejo federal de la Federación Italiana de Fútbol ha aprobado la conversión profesional del estamento arbitral en 1993. Italia es la pionera, pero España figura en segundo lugar en la lista del máximo organismo futbolístico. Suiza, Inglaterra y Francia serán las siguientes. Las reacciones no se han hecho esperar. Los colegiados italianos y españoles lo tienen claro: "¿Profesionales? No, gracias".
Antonio Matarrese, presidente del fútbol italiano, calificó la decisión de "histórica". A partir de 1993, coincidiendo con la apertura de fronteras para los jugadores de la CEE, los colegiados de Primera y Segunda División deberán escoger entre su actual trabajo o la dedicación absoluta y profesional al arbitraje. O lo tornan, o lo dejan. Hasta entonces, los dirigentes federativos buscarán la manera de adaptar una de las estructuras más conservadoras del deporte mundial a un proyecto revolucionario que, de momento, plantea demasiadas dudas.¿Cuánto deberá cobrar un árbitro para que le resulte rentable abandonar su actual profesión, muy lucrativa en algunos casos? ¿10 millones por temporada, como pretende la federación italiana? Los jueces de línea, ¿cobrarán lo mismo? ¿Cuantos años debe durar su contrato? ¿Garantiza la profesionalización que no se cometerán errores en el campo? ¿Cómo serán escogidos lo jueces?, ¿por su condición física o por su experiencia? ¿Podrán contratarse extranjeros? ¿Deberá responder judicialmente un colegiado si sanciona un penalti injusto y un equipo pierde una final, un título de Liga o una Copa de Europa? ¿Aumentará o disminuirála corrupción? Los aficionados italianos, muy escépticos ante el cambio, han llegado a plantearse si valdrá la pena insultar a un señor de negro que cobra, precisamente, para eso.
Carencias físicas
Matarrese explicó que el proyecto es fruto de una serie de encuentros con representantes de la FIFA, el último celebrado recientemente en Tirrenia. (Italia). Allí, Joseph Blatter expuso su malestar por el deterioro de la condición física de los colegiados a escasas fechas del inicio de un Campeonato del Mundo.
Italia no es más que el primer paso. La UEFA, partidaria también de la conversión, ha enviado una circular a las 36 federaciones nacionales que engloba para conocer las respectivas estructuras arbitrales y lo que cobra cada colegiado. En Italia, la federación cubre los gastos de desplazamiento y paga unas 18.000 pesetas diarias. En España, los árbitros de Primera División cobran 40.000 pesetas por partido, además del viaje y las dietas.
Las fallidas experiencias de profesionalización intentadas en el fútbol de Estados Unidos y Centroamérica no han desanimado a los dirigentes de la FIFA y la UEFA. En Italia, ya se comenta la creación de una universidad de árbitros e incluso se estudian fórmulas de patrocinio para hacer frente a los cuantiosos gastos que supondrá un estamento arbitral profesional. Los defensores de la idea buscan desesperadamente sus aspectos positivos. Uno de ellos parece fuera de toda duda: la vocación arbitral, empobrecida en los últimos años, resurgirá entre la juventud si está bien pagada.
Ángel María Villar, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), ha diseñado un proyecto menos radical que el de su homólogo italiano. Villar es partidario de una fórmula híbrida, que permita a los árbitros mantener su actual trabajo, pero dedicando más tiempo a la formación técnica y a la preparación física, que es lo que más preocupa.
Sin embargo, ambos proyectos han chocado con la rotunda negativa de los máximos afectados. En una reunión celebrada el pasado fin de semana en Mestre, 41 árbitros se mostraron contrarios al cambio, por sólo 2 a favor. El internacional Agnolin, por ejemplo, declaró: "Seguiremos equivocándonos. En el 93 estaré muy contento de no arbitrar más". El francés Michel Vautrot compartió la opinión de su colega: "Un buen árbitro necesita serenidad. Pensar sólo en el fútbol lo convertiría en un obseso, lo que sería catastrófico para su rendimiento en el campo".
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