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Manifestaciones en Carabanchel y en la Puerta del Sol cierran las jornadas sobre mendicidad

El frío y la lluvia, que convirtió los alrededores de la cárcel de Carabanchel en un inmenso barrizal, no desanimaron a los participantes en el último día de las jornadas 1992, 500 años de mendicidad. Unas 1.500 personas, pertenecientes a diversos colectivos de ayuda al marginado, se concentraron frente a la cárcel madrileña para solidarizarse con los presos y con sus familias. Mientras las presas pedían que derribaran el muro, un mendigo miraba perplejo la movilización. Los actos se cerraron ayer con una manifestación en la Puerta del Sol.

Los participantes no lograron su objetivo de formar una cadena humana frente a la fachada principal de la prisión, por lo que se dirigieron, rodeando la cárcel, hacia el pabellón de mujeres. El vagabundo José María Garrido, que sobrevive "del aire" en un chamizo cercano a la prisión, observaba atónito a los manifestantes, en su mayoría jóvenes, que subían cantando y gritando por el embarrado sendero que rodea el recinto carcelario. "No tengo ni idea de quiénes son éstos ni por qué están aquí; yo vivo aquí, y he venido a mirar", dice, arrebujándose en su enorme abrigo hecho de plásticos.Coreando lemas como "Abajo los muros de las prisiones" y "No estamos solos, faltan los presos", los manifestantes fueron recibidos con aplausos y saludos de las reclusas del pabellón de mujeres.

"¡Echad abajo el muro!", gritó una voz desde la cárcel, y algunos de los participantes, en los que no parecía haber hecho mella las dos noches pasadas en los subterráneos madrileños, se lanzaron con entusiasmo a sacudir la valla metálica que rodea la prisión. Su acción fue neutralizada inmediatamente por los demás manifestantes, al grito de "No provocamos, sólo denunciamos". La concentración frente al pabellón de mujeres finalizó con un improvisado recital de canción-protesta.

Los manifestantes se encontraban satisfechos de la acogida que han tenido estas jornadas, que desde el jueves pasado se desarrollan en Madrid. "Cada día se han unido más personas a los distintos actos", explica Chelo Roca, de la coordinadora de barrios. "No queríamos hacer una concentración de mendigos, sino llamar la atención sobre la situación en que se encuentran ocho millones de españoles. Muchos de los que están aquí son parados o no tienen casa, así que también son marginados", afirma.

De la misma opinión es María Jesús, de la agrupación madrileña Ciudad Joven, dedicada a trabajar con adolescentes que, por su situación social y económica, están abocados a la delincuencia. "Es lógico que los verdaderos marginados no hayan venido", explica. "Si pudieran dirían: 'Esto no es lo nuestro', porque son ellos los que duermen siempre en la calle, no dos noches como nosotros. Pero actos como éste valen para concienciar a la gente".

La lluvia obligó a modificar el calendario de los actos. Tras leer un comunicado de apoyo a los presos en el parque de Eugenia de Montijo, donde estaba prevista una comida al aire libre, los manifestantes se dirigieron a la plaza Mayor. Allí, al abrigo de los soportales y bajo la mirada curiosa de los turistas, comieron y esperaron el momento de trasladarse a la Puerta del Sol, escenario de la concentración con la que finalizaron las jornadas.

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