"Siempre he sido partidario de que Suecia entre en la CE"
Peter Wallenberg, 'zar' de la industria sueca, cree que la tradicional neutralidad del país ha perdido importancia
FERNANDO SCHWARTZ El presidente del principal conglomerado industrial sueco, Peter Wallenberg, se muestra partidario de la incorporación de su país a la Comunidad Europea, y aunque "no sabe" responder si se puede permitir el lujo de estar fuera, manifiesta que la tradicional neutralidad sueca ha perdido importancia. Sobre el cambio de los países del Este, cree que sólo están en el principio de la revolución, y aventura un duro proceso de adaptación.
Peter Wallenberg tomó, a la muerte de su padre en 1982, las riendas del imperio: ASEA Brown Boveri, Electrolux, Saab-Scania, Stora, Ericsson, SKF, Alfa Laval, Atlas Copco. Con excepción de Volvo, que es la segunda, las seis primeras compañías están entre las siete más poderosas del país. Medio millón de trabajadores, el tercio del valor total de la Bolsa de Estocolmo y una parte mayoritaria de sus operaciones fuera de Suecia dan idea del peso de este conglomerado en el que Wallenberg no posee la mayoría. del capital, pero sí la mayoría de los votos.Durante unos días de esta semana estará en Madrid. No sólo viene a ocuparse de las empresas que su grupo tiene en España (Ericsson, Scania-Vehículos, SKF Española, Electrolux -Corberó, Zanussi y otras-, ABB Brown Boveri, Alfa Laval y Atlas Copico -220.000 millones de pesetas de facturación en 1989, más de 13.000 empleados-), sino a intentar finalizar el acuerdo del pasado enero sobre la compra de Cenemesa y evitar que su quiebra sea instada por los acreedores institucionales (ver EL PAÍS, 21 de marzo).
Pregunta. Se dice con frecuencia que uno de los problemas mayores de la industria sueca es la infrautiliz ación de alta tecnología.
Respuesta- Ericsson, la compañía telefónica, tiene el 47% del mercado mundial de los teléfonos portátiles utilizados en la automoción. No podrían fabricarlos y tener tanto éxito si su producto no utilizara lo mejor que se produce en el mundo desde el punto de vista tecnológico. Tienen su propia división de componentes de alta tecnología, pero sólo producen lo que pueden fabricar económicamente. El resto lo compran.
P. ¿Las empresas de su grupo utilizan poca alta tecnología o solamente producen pocos componentes?
R. Tenemos algunas industrias extraordinariamente rentables en el grupo. ¿Quién puede sugerirme que interrumpamos alguna de sus cadenas de producción para pasarnos a la alta tecnología? El Gobierno me ha dicho que siempre me muevo en el área de la baja tecnología. No sé de qué me están hablando. Incluso si es cierto, mire usted a esas erapresas: son muy rentables y dan empleo a centenares de miles de personas.
Lo importante es que el país sea capaz de importar y aplicar alta tecnología a sus productos, no que sea capaz de producirla. Y nosotros somos uno de sus primeros receptores en el mundo. De modo que tenemos acceso a lo último en tecnología -incluida. la tecnología militar- de Estados Unidos en cualquier momento. EE UU dice que somos receptores competentes. Tanto, que hay veces en que somos nosotros los que les enseñamos a aplicarla mejor de lo que ellos saben. Nos ahogaríamos si produJéramos esa tecnología empleando sólo a unos centenares de personas y arruinándonos la mitad del tiempo porque el mercado para los componentes cambia de la noche a la mañana.
La revolución del Este
P. ¿Cómo se.combina el progreso tecnológico con la atención a los erripleados a los que aquél hace innecesarios?
R. Nuestros aserraderos se hicieron de pronto demasiado caros de explotar. Hicimos la re conversión. ¿Sabe cómo? Hoy, el aserradero normal y corriente de toda la vida utiliza un láser para señalar a la sierra por dónde cortar la madera. Éso es lo que yo llamo tecnología aplicada.
P. ¿Se ha tenido que enfrentar alguna vez a la decisión de cortar empleo para ello?
R. Todo el tiempo. Pero es un proceso lento y gradual en el que se entrena a gente nueva a la que se paga más dinero por hacer un trabajo más especializado. Forma parte del proceso. El ingeniero de hoy es, en el fondo, un blue collar, ocupa el mismo sitio que su padre frente a la máquina. Sólo que su padre hacía las cosas a ojo. Evolución frente a revolución.
P. ¿Qué piensa de lo que está sucediendo en la Europa del Este?
R. Bueno, sólo estamos en el principio de la revolución. Todos aquellos países dependen aún en gran medida de la URSS. Están lejos de la economía de mercado. Siguen siendo sustancialmente suministradores del mercado soviético. De modo que no creo que vaya a ser muy fácil la trasformación, entre otras cosas, porque tienen-muy poco capital con que llevarla a cabo. Añada usted otro elemento: la revolución no ha creado nuevos políticos; los políticos son los mismos de siempre. No hay un equipo de sustitución.
P. ¿Cree que van a recibir la ayuda real que necesitan?
R. Creo que en Europa Occidental hay un interés verdadero por ayudarles. Hablo de Europa central y septentrional, naturalmente.
P. En España y Portugal, hay preocupación porque los fondos que la CE destina a nuestro desarrollo se desvíen al Este.
R. Hay cierta aprensión en Europa sobre lo que va a pasar a partir de ahora, empezando por Alemania occidental. La RFA se ha convertido en el eje económico de Europa y la gente cree que sus recursos serán concentrados en la RDA para que pueda poner rápidamente a su altura. Pero eso quiere decir que se hacen inversiones gigantescas en un aparato de producción que está viejo y que necesita ser renovado.
Mucho antes de que puedan acudir al mercado con productos que sean capaces de vender, van a necesitar la maquinaria para producirlos. ¿Y quién va a comprar estos productos? Algunos serán comprados localmente, pero otros tendrán que ser exportados, los países necesitarán el dinero de la exportación para poder devolver el que se les prestó. Todas éstas son cuestiones que aún están por resolver. Y debemos tener cuidado para que nadie crea que esto puede ser hecho en unos meses.
Estamos presenciando ahora los efectos del primer cambio verdadero que se produce [desde la revolución soviética] en el Este. La gente aún está bajo los efectos del trauma. Lo que pasa es que la necesidades cotidianas van a empezar a presionar. Muy poca gente se da cuenta de que la conversión de una economía socialista a una economía de corte occidental exige mucho cambio. No puede concebirse una cosa así sin paro, sin inversiones masivas. ¿De dónde se saca el capital? ¿Cuánta paciencia van a tener unos parados no acostumbrados al paro? Hasta ahora, todo ha sido propiedad del Estado. ¿Quién lo va a comprar? Porque, desde luego, no va a ser posible tener una economía privatizada si el Estado es dueño de todo. ¿De dónde va a salir el dinero? No estoy más que definiendo un hecho: el cambio en el Este europeo no ha llegado aún muy lejos.
La neutralidad sueca
P. ¿Puede Suecia permitirse el lujo de estar fuera de la CE?
R. La única respuesta que se me ocurre es que no lo sé. Todo depende de las condiciones que obtuviera el Gobierno en las negociaciones de ingreso. Ahora, en realidad, está negociando para quedarse fuera. De modo que no lo sé.
P. ¿Quiere usted decir condiciones políticas o económicas?
R. Me parece que el tema de la neutralidad está perdiendo mucha de su importancia, incluso si en Suecia aún es sentido con la misma gravedad de siempre. Pero la CE es un club con reglas especiales, con privilegios para los miembros. No se ve con claridad cómo un no-miembro puede disfrutar de los mismos privilegios.
P. ¿Y usted, su grupo, qué creen?
R. No es un secreto para nadie que siempre he sido partidario de que Suecia ingrese en la CE. Me preocupa el riesgo de que seamos colocados en una situación de discriminación, cuando la CE es nuestro mayor cliente.
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