_
_
_
_
Entrevista:

Josefina CastelIví: "La Antártida no es cosa de cuatro locos"

La Jefa de la base española Juan Carlos I valora la temporada al término del verano antártico

Josefina Castellví es la primera mujer jefa de una base en la Antártida. A sus 54 años, tiene aspecto de mujer dura, no exenta de coquetería. Algunos de los hombres que trabajan a sus órdenes la admiran "porque es como un tío". Para otros es una especie de "Madre Coraje" tiraría y autoritaria, con un cierto toque teresiano. Confiesa estar "harta de la Antártida", pero el amor que hoy siente por el continente de los hielos es una pasión loca- que ha modificado por completo su vida. Una enviada especial de EL PAÍS la entrevistó recientemente en la base española Juan Carlos I cuando estaba a punto de terminar el verano antártico.

Más información
Una muñeca rosa sobre la cama

Este año, Josefina Castellví ha conseguido, tras una pequeña odisea, triplicar casi la superficie de la base española de verano Juan Carlos 1, situada en la isla Livingston (archipiélago de las Shetland del Sur).Pregunta. La gente sigue pensando que ir a la Antártida es todavía una aventura, una de las pocas que quedan, y ustedes, "cuatro chiflados".

Respuesta. Cierto que el programa antártico empezó con cuatro chiflados que un día se fueron a la Antártida, pero hoy día ya no es eso. Hay científicos que piensan en programas muy concretos. Es importante decir que esto no es ninguna aventura, ni una cosa extraordiriaria. Y el que España tenga una base y un barco, Las Palmas, con posibilidades limitadas, aunque muy pronto tendremos un barco oceanográfico con capacidad polar, abre las puertas de la Antártida a personas que nunca se plantea ron el poder ir. Y eso es bueno para el programa nacional. Cuando puedes elegir tres pro yectos entre 20 es mucho mejor que cuando sólo tienes cinco.

A 12.000 kilómetros

P. En España, creo que mucha gente se puede preguntar por qué hay que investigar precisamente en este continente a 12.000 kilómetros de España.

R. La investigación no tiene fronteras ni límites. Hay cosas que realmente sólo se pueden hacer aquí, no hay otro lugar en el planteta donde se puedan hacer. Por ejemplo, la productividad de las células del citoplacton está sometida a unos ritmos de luz, es una función clorofílica, y son células que trabajan con un ritmo que va ligado a la secuencia día-noche. En el único sitio donde puede romperse este ritmo es en los polos, donde hay seis meses de luz y, seis de oscuridad. Las mareas terrestres se tienen que estudiar en un sitio del planeta donde no se mueva. Sólo hay un punto, el Polo Sur, el lugar donde la superficie terrestre hace intersección con el eje de rotación de la Tierra. Toda la mecánica de movimiento de masas de agua y corrientes a nivel planetario se origina en la Antártida, debido al gran enfriamiento que padece. El venir a estudiar esto es buscar las raíces de los fenómenos. Pero hay, otros intereses quizá más filosóficos, que para mi cuentan. Están ligados a la tradición exploradora que ha tenido España y que no sé por qué se- interrumpió, y, es un tímido intento de volver a ella. Y hay algo, muy, importante: en la Antártida se da una situación muy especial, el superespecialista convive con otras gentes y eso posibilita los trabajos interdisciplinares.

Pero en la base no somos los únicos. El Programa Nacional Antártico está dentro del Plan Nacional de Investigación, y también están en el programa el buque Las Palmas y los investigadores de la isla de Decpecion. Y en estos momentos tenemos unos geólogos marinos en el Polar Duke. Es un poco equívoco decir la base; la base no lo soporta todo, ni sería bueno.

P. Hay otros intereses en la Antártida, por ejemplo el económico.

R. Evidentemente. El Tratado Antártico está protegiendo al continente, y este año precisamente se celebra la Conferencia Mundial de Protección sobre la Antártida, va a ser muy interesante. Pero en este momento por lo menos puedo asegurar que la gente española que trabaja aquí está muy lejos de esta dinámica.

P. Los investigadores sí, pero puede que no los políticos.

R. Eso está muy bien como tertulia de café, está en la calle y es lógico que se diga porque se está hablando de las grandes riquezas de todo tipo, recursos renovables y no renovables de la Antártida, pero es un poco mítico. Se ha hablado del krill, por hablar de lo que más conozco, como despensa de la humanidad y no es cierto. Al lado de zonas inmensamente ricas de plancton en los mares antárticos hay otras que son completos desiertos. Por otro lado, yo siempre digo que la Antártida se protege ella misma por las dificultades naturales.

P. La tecnología aliada con la avaricia comercial puede hacer milagros.

R . Mi dificultad es imaginar que la Antártida sea rentable. En el continente, el espesor medio del hielo es de dos kilómetros. Hoy no existe tecnología posible. Luego está el subsuelo marino, de acuerdo, pero una plataforma petrolífera instalada aquí no es igual que en el mar del Norte. Aquí un témpano no respeta nada en absoluto.

P. Y está la presencia militar, y España también la tiene.

R. Prácticamente todos los países tienen militares, pero en nuestro país permítame que crea absurdo el interés geopolítico o estratégico, por la distancia. Pero esta presencia militar tiene otro papel quees muy bueno: el del apoyo logístico.

P. He podido comprobar que la base Juan Carlos I apenas cuenta con ese apoyo logístico.

R. Digamos que lo tenemos teórico.

P. Nosotros hemos venido en un barco polaco, con los módulos de la ampliación de la base, y los polacos han sido quienes hall prestado la infraestructura necesaria para poder instalarlos.

R. Lo que ocurre es que Las Palmas tiene unos programas científicos que se esfuerzan en cumplir. Es cierto que también les mueven las gestas, eso de ser el primer barco español que ha estado en la Antártida... Pero realmente el apoyo militar es muy importante. Un geólogo no tiene por qué ser un escalador, pero a lo mejor necesita hacer una escalada para tener una muestra de una montaña.

Una invernada conflictiva

Pregunta. El comandante del buque oceanográfico Las Palmas afirma que han estado buscando una buena ubicación para una base permanente que permita la invernada.Respuesta. En este momento España está empezando. No es que no tengamos capacidad de invernada, cuidado, es cuestión de objetivo científico. Todos los proyectos de investigación que tenemos están basados en datos de verano. En estos momentos es una locura, porque sabemos muy poco de lo que pasa aquí en invierno. Este año hemos dejado instalada una estación automática, un datalogue, que va a medir vientos, temperaturas. Lo único que puede hacerse en invierno es meteorología, pero pienso que el esfuerzo económico y humano que supone yo lo invertiría en aparatos automáticos que nos mandaran los datos a España.

P. O sea, que está claramente en contra.

R. A corto plazo, mientras yo sea algo en el Programa Antártico, me voy a oponer a la invernada. Se pueden contar las bases que hacen invernada aquí, si llegan al 5% o 6% es mucho. Y más que nada es una presencia política; lo que pasa es que, en general, está representada por militares. Y para convencerles de la invernada estos militares gozan de unas ventajas muy grandes, de sueldos, ascensos. Pero la labor científica es prácticamente nula.

P. También están los que opinan que tener una base de verano es ser una especie de antárticos de segunda.

R. No hay bases de primera y de segunda, hay investigación. Cuando es buena, da igual que se haga en verano o en invierno, en Livingston o en el mismísimo Polo Sur. Sin embargo, creo no siempre nos vamos a quedar en Livingston. En 10 o 12 años podremos pensar en ir hacia el continente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_