Desconcierto e indignación
Me dirijo a usted para manifestarle el desconcierto e indignación que me ha causado la lectura en la página de cine del día 2 de marzo de un breve pero ponzoñoso comentario titulado Una curiosa pareja.
En él, el tendencioso y anónimo articulista A. L. dice: "Si bajamos a un nivel tercermundista...", refiriéndose al director argentino Armando Bo. Lo importante no es a quién se refiere, sino desde qué esfera de superioridad, desde qué nube de privilegio baja él a esos niveles, como no sea desde la soberbia. Primero, porque confunde pobreza con incultura; segundo, porque muestra un profundo desconocimiento del tema sobre el que aspira a ejercer crítica: obvia decir el año en que fueron hechas las películas (19551965), y agrega no entender por qué se estrenan en España después de tantos años de elabora das. Habla del director como si estuviera vivo y fuera a seguir estrenando, cuando Bo murió hace algunos años; menciona a la actriz Isabel Sarli como su esposa, cuando nunca lo fue. Tal vez el único defecto que haya tenido Bo es el haber sido el precursor de un género después muy común.Sacar algo de su contexto y de su tiempo no es de un crítico serio. Pero en definitiva lo que molesta es el racismo prefacista que traduce el uso del término tercermundismo como calificativo cultural, como indicador de falta de calidad. Cuando a un término económico se lo desnuda de su verdadero significado y se lo emplea como calificativo universal, cuando se cometen transgresiones temporales y se habla de capitalismo en el mundo romano o de tercermundismo para referirse a un momento cultural, indica pocos recursos lingüísticos y a veces mentales-
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