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Muerte súbita en la pista

El fallecimiento de deportistas cuestiona la calidad de los controles médicos

Hank Ghaters, baloncestista, y José Carlos García Moles, futbolista, fallecieron la pasada semana mientras practicaban sus respectivos deportes. No se conocían de nada. Vivían a miles de kilómetros de distancia, pero ambos cayeron en la cancha. Sobre ambas muertes pesa un mismo interrogante: ¿cómo pueden morir súbitamente dos hombres que habían obtenido sendas licencias para someter sus cuerpos al sobreesfuerzo que el deporte, activo requiere?

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Cuerpos vulnerables

"No lo crucifiquemos. Tiene que vivir de esto", comentaron los dos prestigiosos cardiólogos. Y el joven ciclista, 23 años de edad, con un llano porvenir y el sudor alquilado hasta hace poco al Caja Rural, continúa en la alta competición a pesar de habérsele diagnosticado una cardiopatía congénita. Puede llegar a lo más alto del podio o quedarse doblado en una carretera, con la mano arañando el pecho y una mueca de dolor en el rostro.Las pruebas físicas demostraron que el cuerpo del corredor soportaba los esfuerzos más exigentes, pero no fijaron el límite de resistencia de su corazón, que sigue pedaleando en la cuerda floja. La anécdota la explica Ricard Serra Grima, el prestigioso especialista catalán en medicina cardiovascular, que desarrolla su trabajo en el hospital San Pablo de Barcelona. "El caso de este ciclista, cuyo nombre prefiero ocultar porque así me lo exige el secreto profesional, es uno más en la larga lista de enfermos que practican deporte con licencia federativa, ya sea de forma profesional o amateur", dice Serra.

El especialista del hospital San Pablo distingue entre aquellos deportistas conscientes de su dolencia, que se mantienen en activo bajo los controles médicos pertinentes, y los que, por el contrario, desconocen padecer algún mal porque éste no se ha manifestado o no ha sido detectado.

En el primer grupo puede englobarse el caso de Hank Gather, baloncestista norteamericano que falleció recientemente sobre una cancha de la Liga Universitaria, víctima de una cardiopatía que ya le había sido diagnosticada. En el segundo grupo se enmarca el drama del futbolista de 20 años granadino y aparentemente sano José Carlos García Moles, titular en el Baza (Regional Preferente), que falleció durante un entrenamiento. En ambos casos, el debate se centra en determinar la idoneidad de las personas para practicar un deporte. El doctor Bassler, de Estados Unidos, afirmó que fallecen menos mujeres deportistas porque "carecen de la fuerza de voluntad necesaria para destruirse a sí mismas". La frase se muestra falta de sentido cuando el principal problema consiste en saber si existen los medios precisos para determinar qué deportistas, profesionales o amateurs, pueden soportar los riesgos físicos que su especialidad comporta.

Situación dramática

El doctor Serra Grima considera que la situación en España es "bastante dramática", aunque reconoce que, en ocasiones, el diagnóstico es difícil. El caso del ciclista antes recogido es una buena prueba de que, a veces, no se practican los controles adecuados para patologías de difícil localización. Dicho corredor, que había recibido de la federación correspondiente la calificación de apto, conoció su dolencia de forma casual, al someterse a un rutinario examen médico a instancias de su hermano, practicante de maratón. Desde ese día, su corazón debe ser examinado cada seis meses.

Peor suerte tuvo el fallecido baloncestista Enric Margall, que descubrió que padecía una cardiopatía vascular al someterse a un examen médico por haber suscrito con la selección española un seguro de vida previo a la celebración del Campeonato del Mundo de Puerto Rico. Margall, que llevaba años en activo, tuvo restringió su rendimiento deportivo. No murió en la cancha. Falleció de forma súbita en su hogar, mientras dormía.

Serra Grima considera que los exámenes médicos que se practican a los deportistas en España buscan, sobre todo, evaluar la capacidad funcional del individuo, su rendimiento articular. El clásico electrocardiograma es a menudo insuficiente para determinar algunas cardiopatías. Hay acuerdo sobre las principales causas de muerte súbita en el deporte. El doctor Serra Grima o José María Paylos, cardiólogo de la clínica Doce de Octubre de Madrid, coinciden en que son las enfermedades coronarias las principales causantes del fallecimiento inesperado.

Antecedentes

La revista médica norteamericana American Journal of Medecin realizó hace años 30 necropsias a deportistas muertos en aquel país y concluyó que en 26 casos existían antecedentes de dolencias coronarias. Si alguien les hubiese advertido del mal que padecían, su muerte podría haber sido evitada. Disfunciones cerebrales -hemorragias por mal funcionamiento arterial- y una dieta rigurosa pueden suponer un riesgo similar al de practicar deportes con el corazón dañado.

Desde el auge de las maratones se realizaron estudios y estadísticas sobre las causas de la muerte súbita, lo que permitió extraer una de las primeras conclusiones. Por mucha relevancia informativa que obtengan, los fallecimientos súbitos de un deportista profesional, ya sea futbolista, baloncestista, atleta, ciclista o nadador "son una rareza", en palabras del doctor Carles Bestit, del FC Barcelona. El mayor número de fallecimientos inesperados se da en disciplinas amateurs que consiguen adeptos en segmentos de poblaciones de edad superior a los 35 años. Es el caso de la maratón, el fútbol sala o el tenis. El carácter popular de estas disciplinas permite su práctica sin necesidad de estar federado o, lo que es lo mismo, sin requisito médico alguno.

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