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Los lunes, zarzuela

Desde hace nueve años, en un restaurante la sobremesa finaliza, con canciones líricas

Suena la música, pero no a ritmo de vals, aunque estemos en el restaurante Viena. La calle se llama Luisa Fernanda y eso marca. Nueve años ya llevan realizándose en las sobremesas de las cenas los "lunes líricos". Se canta fundamentalmente zarzuela. Aunque de cuando en cuando alguien se arranca por una canción popular o un aria de ópera. Pero lo sabroso, lo bonito, lo peculiar de estas reuniones son las romanzas, dúos y coros de zarzuela.

La cabecera de cartel indica solamente uno o dos solistas. Anticipa también un fin de fiesta. Los veteranos que, semana tras semana reservan sus mesas saben que lo anunciado es únicamente el principio de la velada. Lo mejor viene después. Cantantes que se acercan con una partitura debajo del brazo se unen al festejo y contribuyen a crear el clima entrañable, espontáneo, de la noche.Forman entre todos un coro que acompaña algunas canciones. Son los "niños cantores del Viena", dirigidos por el maestro Enrique del Portal, camarero del restaurante Richelieu de día y aquí conocido por Herbert del Portal von Karajan. Al otro maestro, al que acompaña al piano, le llaman el maesssssstrísimo. No es su instrumento un Steinway o un Gessdonfer, pero el más modesto J. B.Iüthner sirve para que Manolo Gracia mantenga el ritmo y el ambiente de la sesión. A la que no falta su hija Pilar que aunque tiene que "dar un recital muy importante", se añade al fin de fiesta con los refuerzos de la una de la mañana.

Los que velan por la perfección del agudo o las técnicas de respiración o el equilibrio expresivo, no figuran entre los habituales. Señoras con floripondios y alguna joya reluciente en la oscuridad, matrimonios de cierta edad y hasta alguna asombrada pareja joven, pueblan las mesas. La mitad más cercana al escenario son los fijos, "los de plantilla", como se les conoce cariñosarnente; a partir de la columna, los eventuales. Participan con los cantantes tarareando las melodías o exclamando "qué bonito" cuando el tenor entona lo de 1,qué me importa ser judío si por ello soy amado".

Del gremio

Los protagonistas proceden de diferentes compañías de zarzuela. En paro, por supuesto. Algunas voces no están en su plenitud, pero mantienen el entusiasmo y el estilo. Sobreviven, y con ellas el género.

Guadalupe Sánchez acompañó a Plácido Domingo en el multitudinario recital de la Casa de Campo el pasado verano. Dice que esta noche se encuentra "desimpostada" y "enchaquetada" pero se entrega como un volcán. La tiple cómica "sevillana y trianera" Amparo Madrigal pone picardía en La tarántula (1o que hace el licor de manzana", se justifica). Marisol Lacalle prescinde de su broche y a solas con el canto llena de sentimiento La viejecita del maestro Caballero. La joven Carmen Parejo se atreve con Oh! Mio babbino caro de Puccini y no le sale mal. Pilar Abarca se resiste a salir por cansancio, pero el compañerismo se impone y al final también se une a la reunión.

Ellos, invariablemente con chaqueta cruzada, son José Luis Alcalde, José Rioja, Cipriano Pastrana, José Luis Cancela, José Luis Sánchez y hasta un venezolano de color llamado Carlos London. A lo largo del año entre 30 y 40 cantantes se alternan en estas citas líricas.

La animadora de la fiesta es Nieves Fernández de Sevilla, nieta del escritor de zarzuela Luis Fernández de Sevilla, autor de libretos de Serrano o Sorozábal. Su propia estampa evoca la zarzuel a. "Los cantantes de ópera empiezan por aquí. A solistas llegan muy pocos. Los demás son partiquinos. Es una lástima que teniendo un género con tantas joyas musicales, la Administración no lo apoye con decisión".

En una mesa próxima al escenario dos señoras aplauden con entusiasmo. No han faltado ni un solo lunes en los tres últimos años.

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