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"Mi hijo fue fruto de una violación" acusa la ex mujer del brigada Peregrín

La ex mujer del brigada de Caballería Rafael Peregrín, acusado de la violación y asesinato frustrado de la joven María de los Ángeles M. B, aseguró ayer ante el tribunal que juzga el caso que las imputaciones a su ex marido no le extrañaban nada porque ella misma padeció su "sádico comportamiento". Separada desde hace años, manifestó que en sus 14 años de convivencia recibió todo tipo de tratos vejatorios, que culminaron con una violación de la que nació su primer hijo y con un aborto sufrido a consecuencia de una paliza.

María Rosa Vivas, separada legalmente del brigada Rafael Peregrín, compareció como testigo de cargo en el juicio seguido contra su ex marido por la presunta violación y asesinato frustrado de la joven María de los Ángeles M. B.Si dramático fue anteayer el testimonio de la joven agredida, no lo fue menos el de la mujer que convivió durante 14 años con Peregrín y que acabó solicitando la protección del tribunal ante las amenazas que sigue recibiendo.

La testigo asintió con la cabeza cuando el abogado Juan Baeza, representante legal de María de los Ángeles M. B., le pidió que confirmara si era cierto que "el primer hijo de su matrimonio fue fruto de una violación". También respondió afirmativamente cuando el abogado de la víctima le preguntó: "¿Era su marido en su vida sexual y familiar agresivo y violento, con un comportamiento sádico llegó a violarla después de una paliza, la amenazó de muerte, le sacó medio cuerpo por una ventana para que accediera a sus deseos, le hizo abortar de otra paliza y usted le demandó por su conducta vejatoria?".

Imperdonable

"Mi marido disfrutaba al maltratarme", dijo María Rosa Vivas en otro momento. La testigo, con voz emocionada, añadió que en estos días ha seguido recibiendo amenazas: "A través de mi hijo me amenazó con que me iba a enterar de lo que es bueno, y este mes ya no me ha ingresado la pensión de alimentos".

Finalizado el interrogatorio, María Rosa Vivas explicó a los medios de comunicación que su hijo mayor, de 19 años, abandonó el domicilio el pasado mes de septiembre y "está siendo utilizado por su padre, que le ha comprado con dinero y le permite cosas que yo no le consentía".

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"No le culpo a él", añadió dolorida, "pero he tenido que denunciarle porque no quiero volver a pasar por todo aquello. La culpa es de su padre, que le ha dicho: 'Hijo, por la fuerza lo consigues todo. A tu madre, la machacas'. Llevo años amargada, y he tenido que soportar hasta que mi marido me amenazase con una pistola que luego estaba descargada, pero lo de utilizar a mi hijo, eso no se lo perdono".

José Ángel Roel, un amigo que acompañaba al brigada Peregrín cuando conocieron a María de los Ángeles M. B., no se comprometió excesivamente con la conocida táctica de la defensa de desplazar el juicio hacia la personalidad de la víctima. Lo más comprometedor de su testimonio fue que le pareció apreciar que María Ángeles y su presunto violador bailaron "bastante acaramelados" en la discoteca Cleofás.

Uno de los dos inspectores de policía que practicaron el primer atestado a la víctima declaró ante el tribunal que al entrar en el hospital sufrió una lipotimia. Su compañero precisó que "fae al ver cómo estaba la chica, porque estaba bastante nial".

El novio de la joven violada -que ni siquiera dirigió una mirada al procesado mientras declaró- ratificó que María de los Ángeles no acudió a su cita con él la noche de los hechos. "Alarmado, me fui a su casa a buscarla a las once de la noche. Apenas llegué, llamó la policía diciendo que ella estaba en el hospital".

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