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Admitida a trámite la querella contra tres médicos de la clínica La Zarzuela por posible negligencia

El titular del Juzgado de Primera Instancia número 42 de Madrid ha admitido a trámite la querella presentada por los familiares de un joven muerto como consecuencia de una sepsis meningocócica contra tres médicos de la clínica privada La Zarzuela de Madrid. Antonio Sanz González, de 17 años, murió en los primeros días de noviembre de 1988 tras ser diagnosticado y tratado de gastroenteritis.Manuel Cobo del Rosal, que ejerce la acusación particular, solicita seis años de prisión menor para cada médico por un delito de negligencia profesional con resultado de muerte y 25 millones de pesetas de indemnización.

Antonio Sanz fue llevado por sus padres a la clínica La Zarzuela el 6 de noviembre de 1988. Vomitaba y tenía fuertes dolores de cabeza, nuca y piernas, y 41,5 grados de fiebre. El doctor Isaac Silvio Corrales diagnosticó gastroenteritis, aunque ordenó que le hicieran análisis y radiografías. Poco después se hizo cargo del paciente la doctora Josefa Estebarán, que confirmó el diagnóstico de gastroenteritis y, posteriormente, Fernando Martínez Luengas, especialista de enfermedades infecciosas, recomendó enviar al paciente a su casa. Por la tarde, y ante el agravamiento del estado de Antonio, volvieron a la clínica, donde se decidió enviar al muchacho al hospital del Rey, donde murió pocas horas después.

"Yo tengo la conciencia tranquila", dijo ayer el doctor Martínez Luengo. "Estoy dispuesto a esclarecer los hechos ante cualquier juez. La sepsis meningocócica es una enfermedad fulminante que resulta mortal en el 90% de los casos". Juan Luis Aguilera Sánchez, el médico que firmó la defunción, comentó ayer que Antonio Sanz llegó al hospital del Rey sin ningún informe de la clínica y que, efectivamente, la enfermedad que le causó la muerte es fulminante.

Para Cobo del Rosal, se trata de un caso claro de error de diagnóstico. "Al chico le recetaron una dieta blanda y medicamentos contra los vómitos cuando se estaba muriendo. Antonio tenía unos dolores típicos de esta enfermedad y al menos podían haberle puesto en observación".

El Colegio de Médicos de Madrid exculpó en enero de 1989 a la clínica La Zarzuela.

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