_
_
_
_

"Sólo pretendía darle un ligero magreo", declara el brigada acusado de violación

Rafael Peregrín Alcalá, brigada del arma de Caballería, comenzó a ser juzgado ayer en la Audiencia de Madrid acusado de violar brutalmente a la joven María de los Ángeles M. B., a la que presuntamente arrojó después desde su vehículo en marcha con la intención de matarla. El procesado declaró con escarnio hacia su víctima y dijo que su intención era darse "un ligero magreo". El juicio se celebra en audiencia pública, pero la víctima declarará hoy a puerta cerrada.

Rafael Peregrín narró prolijamente el encuentro con su víctima, a la que en todo momento se refirió como "la señorita María Ángeles". "Cuando bailé con ella en la discoteca Cleofás, estuve besándola. Estuvo bastante cariñosa y se agarraba muy bien", dijo en un momento de su declaración.Peregrín relató su encuentro con María de los Ángeles, el 25 de septiembre de 1986, cuando iba en compañía de su amigo José Ángel Roel y ella repartía propaganda en la plaza de Tirso de Molina. Tras el encuentro y la esperanza de obtener un trabajo, volvieron a citarse el 2 de octubre. Aquel día, tras ir a un pub "la propuse cambiar de ambiente y nos dirigimos en mi coche a un pinar, que en realidad era un picadero".

Según la descarnada versión de Peregrín, tras besarla, acariciarla y quitarle la blusa, ella le advirtió que no siguiera, "porque no lo había hecho ninguna vez". Peregrín no se conformó: "No se podía hacer de todo en un asiento delantero, pero sí darme un ligero magreo. La siguiente operación fue quitarle el pantalón, a costa de muchos sudores".

"Cuando ya le bajaba las bragas ella me dijo: 'Fernando, déjalo, no quiero'. Volví a besarla e incidí sobre su zona pubiana. Entonces me dio un manotazo, abrió la puerta y comenzó a pedir auxilio".

Peregrín confesó que forcejeó con ella fuera del coche y que incluso la golpeó. "La dí dos cachetes. Es lógico que volviera a introducirla en el coche porque, sin haberla hecho nada, gritaba como una histérica y era tremendo". La introdujo en la parte trasera y se sentó a su lado. "Ella empezó a boquear y me pareció que estaba haciendo un comiqueo".

El brigada pasó por alto cualquier referencia a la violación de la joven, que según las conclusiones de la fiscal se produjo en la parte trasera del coche, "introduciéndole su pene en la vagina, a la vez que le introducía un dedo en el ano y le mordía los pechos y la cara".

Peregrín admitió que le dio otros dos cachetes porque seguía balbuceando. Luego, alarmado al ver el rotor de una sirena que podía ser de la policía, "lo único que se me ocurrió fue meterla en el maletero".

"Otros dos cachetes"

El presunto violador tomó la carretera de Somosaguas. En el camino, paró, echó un vistazo al maletero y la vio en la misma posición. "Tenía el pantalón enrrollado en la pierna derecha y se lo subí con el fin de taparla, puesto que hacía fresquete". Luego, "intenté reanimarla, le dí otros dos cachetes, pero siguió igual".Peregrín paró después en una gasolinera y la joven empezó a golpear dentro del maletero y a pedir auxilio. "Me alegré de que se le hubiera pasado el shock, pero como el empleado se dirigió a un Seat 127 de la Guardia Civil, salí corriendo".

El brigada detuvo su loca carrera cuando el ocupante de un R-12 le dijo que llevaba el maletero abierto. "Me bajé y vi el pantalón colgando. Ella no estaba. Debió quitarse el pantalón en su afán de supervivencia".

El acusado dijo que estuvo dando vueltas buscando a la joven. Luego tiró su ropa a la acera. Según la fiscal, la realidad de los hechos fue muy diferente: Peregrín sacó a la joven del maletero y cuando circulaba a gran velocidad, la arrojó a la calzada.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_