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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Terror en Kosovo

LAS NOTICIAS que llegan de Kosovo, región yugoslava con un 90% de población albanesa, son alarmantes. La policía especial serbia dispara contra manifestantes pacíficos, asalta granjas sin motivo aterrorizando a los campesinos y detiene a jóvenes para someterlos a interrogatorios de intimidación. Cuando progresan en Europa las corrientes favorables a la democracia y a los derechos humanos, los acontecimientos de Kosovo son una mancha negra que no se puede silenciar.La principal responsabilidad de esa situación corresponde al líder serbio Slobodan Milosevic. Con el fantasma de una amenaza "separatista y terrorista", representada por los albaneses de Kosovo, pretende justificar no sólo la represión desencadenada en esa región, sino su política de freno a la democratización en Serbia y en Yugoslavia. Utiliza Kosovo para lanzar oleadas de demagogia nacionalista, en las que se apoya para asentar su popularidad y para conservar las estructuras autoritarias del comunismo. Serbia está hoy mucho más retrasada que Eslovenia o Croacia en la marcha hacia la legalización del pluralismo.

Tal política puede causar daños gravísimos. En la actualidad, las reivindicaciones de los albaneses de Kosovo -cuyo movimiento democrático y nacionalista se desarrolla a despecho de las persecuciones- se sitúan aún dentro del marco yugoslavo: piden el fin del estado de excepción, la liberación de los presos políticos, elecciones libres y la recuperación de la autonomía que fue suprimida por una reforma constitucional impuesta por Milosevic que les ha colocado bajo la jurisdicción directa de las autoridades serbias, no del Gobierno federal yugoslavo. A pesar de los lazos nacionales, el régimen neoestalinista de Tirana no es atractivo para los albaneses de Kosovo. Por eso no tiene fuerza el "separatismo", pero la política insensata de Milosevic puede provocarlo en el futuro.

El nacionalismo serbio, con su ceguera tradicional -ha sido a lo largo de la historia causa de numerosos conflictos en los Balcanes-, está radicalizando el conflicto de Kosovo de manera peligrosa. ¿A qué se debe el empeño de Milosevic por eliminar todo lo que puede facilitar la presencia de una población albanesa, con su autonomía, dentro de la federación yugoslava? Probablemente le interesa que Kosovo siga siendo un foco de violencia y de incertidumbre. Ello le ayuda a desviar la atención ciudadana, a mantener el sistema de gobierno autoritario y a frenar las nuevas corrientes democráticas.

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Las repercusiones de esta política nefasta afectan a toda Yugoslavia. Los hechos de Kosovo causan indignación en Eslovenia y en Croacia y refuerzan las tendencias centrífugas. Si el Gobierno federal de Markovic está logrando resultados positivos en el terreno financiero y económico, se halla totalmente impotente en el terreno político. En el problema de Kosovo, a pesar de su trascendencia, los serbios actúan por su cuenta. Tal actitud impide incluso una concertación constructiva entre repúblicas. Unas, como Eslovenia, avanzan hacia la democracia, mientras Serbia, con la vergúenza de Kosovo a las espaldas, permanece lejos de las corrientes contemporáneas.

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